Integrantes de la etnia afincada en el sur argentino reclaman tierras y hasta demandan un régimen de autonomía.
Cincuenta y cinco comunidades indígenas del sur argentino han entablado, de manera no siempre pacífica, una serie de reclamos que incluye la posesión de tierras que han ocupado con el pretexto de haber sido sus propietarios en tiempos remotos, y hasta han demandado la concesión de un estatuto de autonomía "como los catalanes la tienen en España". Ya ha habido enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y los dueños de las tierras usurpadas mientras el gobierno nacional y el de la provincia de Neuquén -foco de esta conflictiva situación- parecerían no atribuirle a esta cuestión la importancia que realmente tiene.
El vocero e ideólogo de la denominada Confederación Mapuche del Neuquén, Jorge Nahuel, ha reivindicado la apropiación de terrenos de los cuales, desde su particular punto de vista, habrían sido despojados sus hermanos de raza, aunque no todos ellos comparten esas pretensiones y las modalidades violentas de ponerlas en práctica. "Reclamamos del Estado un reconocimiento territorial -expresa- en el que podamos tener control, uso y administración de nuestros recursos naturales." Este punto de vista ha redundado en la siempre condenable ocupación por la fuerza de campos, complejos turísticos, escuelas y un templo, toma de municipalidades, cortes de caminos y un planteo de posesión sobre el cerro Chapelco.
Entretanto, quienes presentan títulos legítimos de propiedad sobre esos lugares no se han quedado de brazos cruzados. Acusan a los activistas indígenas de connivencia con los mapuches chilenos, de estar infiltrados por organizaciones de extrema izquierda y de mantener relaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y con el Batasuna vasco, brazo político de ETA. Llegan, incluso, a sostener que en uno y otro lado de la cordillera de los Andes bulliría la intención de restablecer el antiguo reino de la Araucania.
Algunas de las aspiraciones indígenas han sido satisfechas: en Villa Pehuenia, los mapuches han recibido 10.000 hectáreas, donde han levantado con éxito un pequeño centro de esquí sobre el que ondea la bandera distintiva de la etnia. Como contrapartida, en Quillén, a unos 15 kilómetros del centro de Aluminé, una comunidad mapuche decidió invadir un campo de pastoreo privado para alimentar a su ganado, pero la Justicia le ordenó a la policía que lo desalojase; esto dio motivo a un duro enfrentamiento con heridos de ambos bandos y cinco detenidos.
A fines del mes próximo, serán juzgados en Zapala otros 11 mapuches involucrados en la toma de un campo. El tema no es menor. En los últimos días, en Chile hubo graves confrontaciones con las fuerzas de seguridad a raíz de incursiones de similar tenor y origen dispuestas por la propia presidenta Michelle Bachelet.
Tampoco es referencia de poca monta el hecho de que en todos los pueblos originarios estén reclamando posesiones ancestrales que abarcan 15 millones de hectáreas y que siga pendiente de cumplimiento la ley 26.160, que de acuerdo con el artículo 75, inciso 17, de la Constitución Nacional, dispone el relevamiento territorial de esas áreas y el estudio de los títulos de propiedad vigentes sobre esas tierras.
Sin embargo, no pocos estudiosos de la Patagonia les niegan, con fundados argumentos, a los mapuches esa condición de pueblo originario. Cabe citar el libro Poblaciones indígenas de la Argentina , de Canals Frau, en que el autor consigna: "¿los araucanos representan el último de los elementos indígenas establecidos en nuestro país, proceden de Chile y su inmigración es relativamente reciente: hasta se puede decir que todavía perdura en la actualidad, pues la infiltración comenzada dos siglos y medio atrás sigue produciéndose a lo largo de las fronteras de la Patagonia?".
Es evidente que la atmósfera política argentina está recargada de situaciones de tensión, cuando no francamente violentas. Sería positivo, entonces, cuanto se hiciese para contribuir a atemperarlas y solucionarlas. Estos planteos de ciertos sectores de las comunidades mapuches deberían ser afrontados con la sana intención de resolverlos antes de que se tornen más graves. Ello sin que medien intereses políticos espurios, con absoluta ecuanimidad y, es obvio, con estricto apego a las disposiciones de nuestra ley fundamental y de la legislación vigente, incluyendo el unánime respeto por el inalienable derecho de propiedad.
Fuente: lanacion.com.
Envío de: Andrés Agustín Rebechi
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