NUEVO INVENTO REVOLUCIONARIO:

EL CONFLICTO INDIGENISTA


Tal cual lo habíamos anticipado el año pasado, en latinoamérica se
está pergeñando un nuevo conflicto de contenido ideológico y político
bajo el disfraz de reclamos territoriales por parte de sectores
indígenas preparados especialmente a esos efectos.

En disertaciones efectuadas en ese entonces y mediante artículos
previos, el licenciado Jorge Mones Ruiz se había referido ampliamente
a este asunto que ahora, en coincidencia con las medidas defensivas
adoptadas por el gobierno de Colombia para enfrentar al narcotráfico y
las maniobras impulsadas por el expansionismo chavista con el que se
identifica el gobierno de los Kirchner, el planteo indigenista debió
adelantarse . En cierta medida, podemos decir que el caso de Honduras
- primera reacción formal e institucional a este problema - ha sido
toda una señal indicativa de que este multifacético conflicto se
ahondará de aquí en adelante.

En nuestro país, campos ubicados en el sur del territorio y
pertenecientes al Ejército que los utiliza para sus ejercicios, fueron
ocupados por grupos minoritarios de mapuches provenientes de Chile,
quienes se mostraron "ofendidos" por la situación y pidieron que se
suspenda la presencia militar argentina en la zona. Enseguida, la
ministro de Defensa Nilda Garré dispuso que nuestras tropas no
operaran tras lo cual y dado el éxito obtenido, este grupo minoritario
de indios creó otra situación con motivo de la construcción de una
pequeña Iglesia Católica que pese a estar concluída después de varios
meses de trabajo, ahora está paralizada impedida de cumplir con su
tarea pastoral.

Simultáneamente, los indígenas - que en la Argentina apenas si
constituyen un núcleo de escasa composición numérica - lanzaron el
reclamo de nada más y nada menos que 15 millones de hectáreas. Pese a
que desde un comienzo se señaló la existencia de un proyecto
revolucionario bajo la pantalla política, nada se hizo. Continuaron
los ataques contra la memoria del general Julio Argentino Roca y los
conocedores del tema comenzaron a percatarse de la existencia de los
clásicos movimientos previos de acción psicológica que llevan bastante
años de implementación. Por ejemplo, los guías turísticos que dependen
del Estado despliegan comentarios e "ideas fuerza" entre los
visitantes de las distintas regiones que reconocen en el pasado la
presencia indígena e impulsan comentarios tendientes a establecer
diferencias entre "los blancos" y "los hijos de la tierra", como si
realmente existiera un problema. Ideológicamente, los sectores de la
izquierda vernácula se suman a este estado de cosas y fogonean
enfrentamientos que eran inexistentes y que ahora salen
artificialmente a la luz.

En Chile, donde la población araucana (mapuches) es varias veces
mayor, también existe una problemática similar aunque más aguda. Los
distintos gobiernos crearon reservas que fueron ocupadas pero las
exigencias crecen simultáneamente y a esta altura de las
circunstancias y pese al silencio mediático, en el vecino país la
fuerza pública actúa contundentemente para imponer el orden.

Por lo que se sabe este estado de cosas avanzará en la medida que no
se lo frene, se difundirán historias, los medios de comunicación se
llenarán de anécdotas novedosas y tergiversadoras del pasado pero lo
que resultará más claro es que desde el exterior comenzarán a operar
organizaciones creadas especialmente a estos efectos. Como siempre
sucede en estos casos, la mayor virulencia se registrará en aquellos
ámbitos geográficos donde existen importantes recursos minerales. En
tal sentido, el caso de Bolivia es una pieza clave para este nuevo
acontecimiento que se prepara y elabora con mucho cuidado. Evo Morales
es otra pieza de este damero complejo en que se convertir a América
Latina donde en el pasado cercano las guerrillas armadas sufrieron una
derrota elocuente. Ahora la misma cuestión y con un ropaje distinto
opera de manera tal que todavía se encuentra ubicada en un anecdotario
casi listo para alcanzar otra dimensión.

Los pasos iniciales, es decir, la deflación de las Fuerzas Armadas Nacionales, ya ha sido dado.

Por Carlos Manuel Acuña.
Fuente: “Tábano Consultora”

Enviado por: Andrés Agustín Rebecchi.

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