miércoles, 5 de agosto de 2009

DOS SOBRE LAS FARC

1-Turbulencias en la región andina

La guerrilla de las FARC y su red de complicidades agudizan la tensión entre Colombia, Venezuela y Ecuador

EL PAIS- MAITE RICO - Madrid - 03/08/2009
El descubrimiento de sofisticados lanzacohetes del Ejército venezolano en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los vínculos de esa guerrilla con Ecuador y la negociación entre Bogotá y Washington para el uso de bases colombianas amenazan con desatar en la región andina una crisis sin precedentes, en un momento en el que la Organización de Estados Americanos (OEA) está siendo cuestionada como instancia mediadora.

La guerrilla colombiana, cada vez más debilitada, se ha convertido paradójicamente en el gran factor de desestabilización regional al haber asentado en los países vecinos, gracias a complicidades políticas, sus redes de retaguardia, abastecimiento de armas y tráfico de cocaína.
El hallazgo, en un zulo del Frente 43 de las FARC, de cinco lanzacohetes AT-4 de fabricación sueca, capaces de destrozar blindados o instalaciones fortificadas, ha disparado las alarmas en Colombia. Unos correos electrónicos de los ordenadores incautados a Raúl Reyes, número dos de la guerrilla, daban cuenta, en enero de 2007, de que los generales venezolanos Hugo Carvajal, jefe de Inteligencia Militar, y Clíver Alcalá, hombres de confianza de Hugo Chávez, habían hecho llegar a las FARC "cohetes antitanque de 85 milímetros". Las piezas empezaban a encajar. "Les dimos a los suecos los números de serie", explica una fuente de Defensa de Colombia. "El 20 de junio nos confirmaron que esas armas habían sido vendidas al Ejército venezolano. Está claro que las desviaron".

Suecia aún espera las explicaciones de Chávez. Del lado ecuatoriano, un vídeo del jefe militar de las FARC, el Mono Jojoy, difundido la pasada semana, confirmaba la entrega de fondos a la campaña electoral del presidente Rafael Correa, que también consta en los ordenadores de Reyes.

Una vez más contra las cuerdas, Chávez y Correa optaron por la estrategia de defenderse con un buen ataque. Los improperios contra el Gobierno colombiano encontraron su mejor asidero en la decisión de Bogotá de permitir el uso de bases militares a su principal aliado, Estados Unidos, para compensar el cierre de la base ecuatoriana de Manta.

Chávez congeló las relaciones con Bogotá, y Correa, que había roto los lazos diplomáticos en 2008, tras el ataque contra el campamento de Reyes en Ecuador, le declaró la guerra comercial e impuso aranceles a más de 1.300 productos. Ambos han iniciado una ofensiva en los foros latinoamericanos para aislar a Colombia, a la que definen como "la principal amenaza para Suramérica".

"Quito y Caracas usan el tema de las bases como una cortina de humo", dice el analista colombiano Alfredo Rangel. "El acuerdo supone dar mayores facilidades de acceso en cinco bases a los norteamericanos, que ni siquiera van a incrementar sus fuerzas".
Bajo el fuego graneado de unos vecinos hostiles, el Gobierno de Colombia, que ha mantenido hasta ahora una línea de apaciguamiento, analiza la posibilidad de demandar a Chávez y a Correa en los tribunales internacionales por su apoyo a una narcoguerrilla considerada terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos.

Hasta ahora, ha sido Ecuador quien ha presentado demandas contra Colombia por la fumigación de cultivos ilegales en la frontera y por el bombardeo que acabó con la vida de Raúl Reyes y otras 25 personas. No sólo eso: la fiscalía ecuatoriana ha puesto todo su empeño en detener, por aquel ataque, a Juan Manuel Santos, ex ministro de Defensa de Colombia y potencial candidato a la presidencia. Interpol ya ha rechazado la orden de captura emitida por el juez Daniel Méndez, que se ha destacado por dejar en libertad a connotados miembros de las FARC detenidos en Ecuador. La ofensiva contra Santos ha colmado la paciencia de Colombia. La oposición ha cerrado filas en torno al Gobierno y al ex ministro, y cada vez más voces reclaman una actuación contundente del Ejecutivo de Álvaro Uribe, que pasaría por acusar formalmente a Caracas y a Quito de violar las resoluciones de la ONU.

La UE ha dado su respaldo a Uribe, pero poco puede hacer en la crisis. El ofrecimiento de mediación de José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, es visto con recelo. El organismo americano tiene en su poder todo el material confiscado a las FARC, y en ámbitos oficiales colombianos se echa en falta "una actuación más clara". Un reciente editorial de la influyente revista Semana vapuleaba a Insulza por su papel en la crisis hondureña y le acusaba de ser un "pésimo negociador" y de estar más preocupado por mantener el apoyo de Chávez y el eje bolivariano para garantizar su reelección al frente de la OEA.

Venezuela: relaciones peligrosas
EL PAIS- ROMÁN D. ORTIZ- Madrid 03/08/2009
Uno de los pecados mortales en asuntos de seguridad es ignorar una amenaza para ahorrarse los costes de enfrentarla. Los casos abundan. Los países europeos desdeñaron la retórica ultranacionalista de Milosevic hasta que fue demasiado tarde para evitar una década de guerras en los Balcanes y los gobiernos occidentales pasaron por alto el imperio de terror de Sadam en Irak hasta darse de bruces con la invasión de Kuwait. Algo así puede estar pasando con Venezuela. Para llevar a cabo sus ambiciones hegemónicas, Caracas ha desplegado una política exterior extremadamente agresiva y ha ofrecido su apoyo a grupos terroristas. Si la comunidad internacional continúa mirando hacia otra parte, la región andina puede hundirse en una crisis sin precedentes.

El régimen venezolano ha hecho pocos esfuerzos por ocultar su cercanía con un grupo terrorista como las FARC. Hoy, Caracas tiene una plaza que lleva el nombre del fundador de la organización, Manuel Marulanda. Pero las cosas van más allá de la retórica. El hallazgo de cohetes AT-4 de fabricación sueca en manos de la guerrilla demuestra que la autoridad venezolana ha armado a los terroristas colombianos. Este descubrimiento es la evidencia física de un envío de armas desde Venezuela reseñado en los ordenadores capturados al extinto líder de las FARC, Raúl Reyes. Las cosas pueden ponerse peor. El régimen venezolano ha adquirido 200 misiles superficie-aire portátiles Igla-S. Con sus antecedentes, nadie puede garantizar que algunos no terminen en manos de la guerrilla.

Entretanto, Venezuela se ha convertido en la puerta de Irán en América Latina. Ambos países mantienen una activa colaboración en el ámbito militar y espacial. Todo ello sin olvidar que Caracas ha firmado un acuerdo de cooperación nuclear con Teherán que burla las sanciones internacionales contra el programa atómico de los ayatolás. ¿Excentricidades de Chávez? Tal vez. Pero el Departamento del Tesoro de EE UU ha denunciado que al menos un diplomático venezolano ha servido de puente para la penetración en América Latina de Hezbolá. Una organización terrorista libanesa que el Gobierno iraní emplea como un brazo armado clandestino.
Además, el régimen de Chávez esta inmerso en un colosal programa de rearme. Ya ha adquirido cazabombarderos SU-30, helicópteros Mi-35, misiles antiaéreos Tor M-1 y radares JYL-1. Muy pronto, se podrían sumar 100 tanques T-72M y 300 vehículos blindados BMP-3. Estas compras están haciendo de oro a Rusia y China. Pero también gobiernos europeos como los de España y Francia están participando en el negocio sin tomar en cuenta que sus armas van a apuntar a los vecinos de Venezuela.

Tras el 11-S, pareció cristalizar un consenso sobre la necesidad de una política de tolerancia cero hacia aquellos países que tuviesen lazos con grupos violentos. En este contexto, se ha acumulado una evidencia abrumadora sobre las conexiones del Gobierno venezolano con las FARC y los intentos de Caracas de desestabilizar a los países vecinos. Sin embargo, el Gobierno del presidente Chávez no ha recibido ninguna sanción por este comportamiento. Esta inacción puede resultar muy costosa para la estabilidad de América Latina.
Román D. Ortiz es consultor del Grupo Triarius y profesor de la Universidad de los Andes (Bogotá).

Fuente: Tábano Consultora
Enviado por : Lucio Catano


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2-El dinero perdido de las FARC
Documentos de la guerrilla colombiana reflejan la entrega de 400.000 dólares a la campaña de Correa - El presidente de Ecuador niega haber recibido esos fondos
EL PAIS- MAITE RICO - Madrid - 02/08/2009

El archivo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) asedia al presidente de Ecuador, Rafael Correa, y ha puesto al rojo vivo las relaciones entre Bogotá y Quito. Primero los ordenadores de Raúl Reyes, número dos de la guerrilla; luego, un vídeo del Mono Jojoy, su jefe militar, y ahora un supuesto diario personal del propio Reyes dan cuenta de las relaciones clandestinas de la guerrilla con el equipo de Correa y la financiación de su campaña electoral en 2006.

Un mensaje de Raúl Reyes, muerto en el ataque colombiano contra su campamento en Ecuador, anuncia, en octubre de 2006, la aportación de 400.000 dólares (285.000 euros). La cifra coincide con las sumas ingresadas en efectivo en esas fechas en la cuenta bancaria de Alianza País, la formación del entonces candidato Correa, y con los gastos de campaña no justificados ante las autoridades electorales.

El presidente ecuatoriano ha rechazado con vehemencia cualquier contacto o aportación de las FARC. Pero con unas evidencias cada vez más comprometedoras, Correa, que en 10 días iniciará un nuevo periodo presidencial, parece estar cambiando de estrategia: sugiere que alguien pudo haber usado su nombre para sacarle dinero a la guerrilla, que maneja fondos cuantiosos gracias a sus actividades en el narcotráfico, y ha ido cortando por lo sano con los colaboradores más señalados por los documentos incautados.

Se trata de un grupo que mantenía relaciones con las FARC mucho antes de que Correa se lanzara a la batalla política, y que se integra después en su círculo cercano. Entre ellos está el general René Vargas, actual embajador en Caracas; el coronel Jorge Brito o el ex ministro de Seguridad Gustavo Larrea y su asesor José Ignacio Chauvín, adscritos a la izquierda radical y admiradores de Hugo Chávez. En nombre de Correa, negociaron donaciones o acuerdos con la guerrilla.
Un análisis del conjunto de los correos electrónicos hallados en los ordenadores de Raúl Reyes, a los que ha tenido acceso EL PAÍS, permite reconstruir la bitácora de los contactos con bastante precisión.

La primera mención a Rafael Correa aparece en septiembre de 2006, apenas un mes antes de la primera vuelta electoral. Las FARC, fieles a su tradición intervencionista en la política ecuatoriana, aún no habían decidido a qué candidato de la izquierda prestar su apoyo, tanto financiero como de movilización de votos en las provincias fronterizas. Les buscaban León Roldós y Lucio Gutiérrez, pero Reyes se había fijado en Correa. "Bien valdría la pena hacerle monitoreo", le dice a una de sus más conspicuas corresponsales, alias Alicia (identificada por Colombia como María Augusta Calle, luego diputada de Alianza País).

El interés de la guerrilla aumenta tras la visita del coronel Brito al campamento base de Reyes, instalado de forma estable en Sucumbíos, al norte de Ecuador. Brito le explica los compromisos de campaña de Correa: cerrar la base estadounidense de Manta, "disminuir las tropas en la frontera con Colombia, establecer relaciones con las FARC al más alto nivel y convenir formas de colaboración recíproca", además de convocar una asamblea constituyente, entre otros puntos. "Como es obvio solicitan nuestro aporte en motivar a la gente de la frontera y alguna ayuda económica. Respondimos con el cuidado requerido", escribe Reyes el 24 de septiembre de 2006.

Las FARC se hacen de rogar. No acaban de confiar en el joven candidato. "Realmente le falta consistencia política e ideológica", escribiría Reyes aún después de haber decidido ayudarle. Pero "pese a sus inconsistencias y de carecer de un pasado revolucionario, sí ha expresado posiciones antiimperialistas, amistosas con Cuba, Venezuela, Bolivia y la lucha revolucionaria de las FARC".
Las críticas de Correa al Plan Colombia contra el narcotráfico y las fumigaciones de cultivos ilícitos en zona fronteriza animan a las FARC. Un rápido intercambio de consultas entre los dirigentes del Secretariado desemboca en la decisión, anunciada por Pedro Marín, Tirofijo, máximo jefe de las FARC, el 12 de octubre de 2006, de donar 100.000 dólares recolectados entre los diferentes bloques de la guerrilla.

"El 13 de los corrientes me entrevisté nuevamente con el coronel Jorge Brito y el Médico Ayala, les transmití el saludo del Jefe y del Secretariado deseándoles éxitos en el día de las elecciones y la decisión de aportarles cien mil dólares, más la disposición de contribuirles con el llamado a la gente de la frontera a votar por ellos", escribe Raúl Reyes a sus compañeros de las FARC el 14 de octubre de 2006, un día antes de la primera vuelta electoral en Ecuador. "De una vez le hice entrega de dicha cantidad al Coronel, quien emotivamente agradeció a nombre del candidato Rafael Correa. Edgar me hizo el préstamo. Amigos del Frente 48 hicieron una recolecta de otros 300 mil dólares para la misma campaña, me dice Edgar" [Se trata de Edgar Tovar, jefe del Frente 48, que controla la zona fronteriza entre Colombia y Ecuador].

A lo largo de los días siguientes, la cuenta única abierta por Alianza País en el Banco de Machala registró depósitos en efectivo por un total de 487.848 dólares, según un informe de las autoridades electorales. Además, la auditoría realizada a los gastos de campaña, publicada por el diario El Comercio, no pudo establecer la procedencia de 412.000 dólares gastados por Alianza País en la segunda vuelta electoral, celebrada el 26 de noviembre y que llevó a Correa a la presidencia.

El expediente no tuvo recorrido. En octubre de 2008, 15 días antes de ser disuelto por la nueva la Asamblea Constituyente (controlada por Alianza País), el Tribunal Electoral dio carpetazo al asunto.
Sin embargo, el espinoso asunto de la financiación ilegal a la campaña de Alianza País volvería a explotar poco después, tras la ofensiva llevada a cabo por la fiscalía antinarcóticos ecuatoriana contra el cartel de los hermanos Ostaiza, que opera en el norte del país y comercializa la droga de las FARC. Jefferson, Edison y Miguel Ostaiza eran, de hecho, los principales clientes del Frente 48. La inteligencia colombiana cree que los Ostaiza son, precisamente, la fuente de esa recolecta de 300.000 dólares que menciona Reyes en su mensaje.

Sobre todo después de que las investigaciones de la fiscalía ecuatoriana destaparan una turbia red de contactos que tiene como eje a José Ignacio Chauvín, amigo de los Ostaiza, de Raúl Reyes y del entonces ministro de Seguridad, Gustavo Larrea, que lo nombró subsecretario. Según testigos y grabaciones en poder de la fiscalía, Chauvín aseguraba que los Ostaiza "querían contribuir con mucha plata al proceso" electoral.

El escándalo provocó la salida de Gustavo Larrea del Gobierno, justo después de que Colombia diera a conocer su reunión con Raúl Reyes en enero de 2008. Larrea justificó el encuentro como un intento de mediación para la liberación de los rehenes de las FARC, pero el mensaje que Reyes dejó escrito en su ordenador el 18 de enero de 2008, añade otros datos inquietantes. Larrea expone el "interés del presidente Correa de oficializar las relaciones con la dirección de las FARC", su "disposición a coordinar actividades sociales e intercambio de información en la frontera", "cambiar a los mandos de la fuerza pública con comportamientos hostiles" y demandar a Colombia por las fumigaciones... "Tienen claro que Uribe representa los intereses de la Casa Blanca, las multinacionales y las oligarquías y es peligroso para la región", concluye Reyes.
La complicidad entre los amigos de Correa y las FARC no termina ahí. Chauvín y Larrea utilizaban a la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos (ALDHU) para dar cobertura a los guerrilleros. Chauvín les facilitaba carnés y documentación de esa ONG, muy conocida en Suramérica, para que pudieran moverse libremente en la frontera y organizaba redes de información camufladas en organizaciones de "solidaridad campesina".

Mientras todo esto ocurría, las autoridades colombianas se desesperaban ante la falta de colaboración de sus pares ecuatorianos. El general Fredy Padilla, comandante de las Fuerzas Armadas de Colombia, insiste en que ellos pasaron puntual información a Quito sobre la ubicación de los campamentos de las FARC en Ecuador, incluido el de Raúl Reyes, sin que nunca obtuvieran respuesta. El coronel ecuatoriano Mario Pazmiño, ex jefe de inteligencia militar, asegura que esas coordenadas nunca llegaron a los mandos sobre el terreno. Esa falta de confianza fue la que llevó a Colombia a ocultar al Gobierno ecuatoriano su intención de atacar el campamento de Raúl Reyes, el 1 de marzo de 2008.

¿Cuál es el papel de Rafael Correa en toda red de contactos con las FARC? ¿Sabía lo que hacían sus colaboradores? El presidente ecuatoriano ha mantenido desde el principio una postura muy beligerante contra el Gobierno de Álvaro Uribe. Rompió relaciones con Colombia tras el bombardeo contra el campamento de Reyes, por la violación del territorio ecuatoriano, y ha llevado la batalla al terreno comercial, al instaurar unos aranceles especiales a más de 1.300 productos colombianos.

Sin embargo, al mismo tiempo, se ha ido desmarcando de los colaboradores más polémicos. José Ignacio Chauvín fue encarcelado (aunque poco después recuperó la libertad por "irregularidades en el procedimiento"). Gustavo Larrea perdió el ministerio y vio frustrada su intención de convertirse en diputado de la Asamblea Constituyente, lo que le hubiera garantizado la inmunidad. Correa, además, asegura que el general Jorge Brito nunca formó parte de su equipo de campaña. Y no ha dudado en retirar la inmunidad a la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos, cuyos dirigentes se han volatilizado.

¿Ha sido Correa víctima de un abigarrado sector militar y civil, vinculado a las FARC y al narcotráfico, que ha estado actuando a sus espaldas? Así lo cree el ex jefe de inteligencia ecuatoriano Mario Pazmiño. En una entrevista a la revista Semana, Pazmiño asegura que Correa está siendo engañado. La inteligencia colombiana no lo cree: varios testimonios y documentos indican que Correa sí estuvo de acuerdo en solicitar apoyo electoral a las FARC. Aunque tal vez, admiten estas fuentes, algunos miembros de su equipo llevaron las cosas "demasiado lejos".

El misterioso diario de Raúl Reyes
Un misterioso diario del fallecido Raúl Reyes, número dos de las FARC, ha venido a engrosar el archivo sobre las turbulentas relaciones del equipo de Rafael Correa con la guerrilla colombiana. Pero así como la autenticidad de los ordenadores confiscados a Reyes ha sido certificada por Interpol, el supuesto diario, a la espera de los exámenes grafológicos, despierta serias dudas en Colombia.

Ha sido el Gobierno de Quito el que ha hecho público el documento, sin decir de dónde lo ha sacado. El manuscrito comienza a mediados de 2007 y termina en febrero de 2008, un mes antes del bombardeo que acabó con la vida de Reyes en su campamento en Ecuador.
"Confiar en Correa fue un suicidio", reza el texto. "Todos los aportes en dinero para la campaña no sirvieron para un carajo". El diario, curiosamente, saca a la palestra los nombres de los colaboradores de Correa que ya están quemados por los ordenadores de Reyes. Así, Gustavo Larrea, José Ignacio Chauvín o el general Jorge Brito "se mueven con los carteles mexicanos de la droga" y "colaboran con la CIA". "Entregarme será su mayor negocio", dice Reyes, que asegura que su "final está cerca".

Larrea, furioso, ha tachado el diario de "patraña". Es cierto que el texto no encaja ni con el estilo ni con el contenido de los mensajes que Reyes enviaba por esas fechas a sus camaradas, y que han sido autentificados. Nunca el jefe guerrillero duda de Larrea o de Brito, ni mucho menos da muestras de inquietud por su vida, entre otras cosas porque cada vez que se presentaban situaciones de riesgo, se movilizaba rápidamente. Nada cuadra, pero no deja de ser interesante la reacción del Gobierno de Ecuador.

"De ser auténtico", el diario demuestra que "la vinculación [con las FARC] era muy localizada a dos o tres personajes relacionados con el Gobierno" y "que el presidente de la República desconocía de cualquier tipo de contacto que se estuviese haciendo a sus espaldas", ha dicho Javier Ponce, el ministro de Defensa. ¿Será la puerta a una salida diplomática al conflicto con Colombia?

Ver enlace: http://www.elpais.com/articulo/internacional/dinero/perdido/FARC/elpepiint/2009080

Fuente: Tábano Consultora
Enviado por : Lucio Catano

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