miércoles, 25 de marzo de 2009

El gran pulpo y sus designios

Hay algo que flota en el ambiente, que no encaja en el orden natural de las cosas, mas allá de los aciertos y desaciertos que puede cometer un gobierno, cualquiera él sea (aun este, de los más nefastos de la historia nacional).


Posiblemente sea esa lucha acérrima del poder contra el campo argentino, o la apariencia de tal, que tiene lo que parece un enfrentamiento con ribetes de delirio contra la producción agropecuaria.


Sin embargo, en su esencia, esa guerra no es el fruto de una ceguera, de empecinamiento caprichoso o de prejuicios ideológicos llevados al extremo. Muy por el contrario, parece ser efecto de un plan estratégico llevado hasta sus últimas consecuencias, con una causa final:
provocar la transferencia de los bienes de producción agropecuaria a nuevas manos.
Hay una suerte de axioma sociológico y político: "los idiotas no llegan por si solo a la Presidencia".


Se podrá ser inteligente o no, se podrá o no ser culto o instruido, apto o inepto, eficiente o ineficiente, honesto o deshonesto. Pero quien accede a la presidencia no es idiota. Sentada esta premisa, hay algo que no cierra en el titular del poder político en la Argentina, que no condice con la premisa. Su ataque constante al campo, a niveles tan absurdos que han dejado un tendal en todos los rubros (carne, leche, granos, etc.): pérdida de mercados internacionales, baja estrepitosa de rentabilidad, reducción del capital de trabajo, pérdida de capacidad productiva y contributiva legítima, pérdida de poder adquisitivo, desocupación, cierre de establecimientos y de fábricas vinculadas con el agro, etc. Los etcétera llenarían páginas.


El presidente y/ o la presidenta no son idiotas. Nadie en su sano juicio dilapida un capital político ni expone a su partido a sufrir una fuerte derrota electoral por esas causas. Esto obliga a reflexionar fríamente y a evaluar los datos que poseemos. La suerte del país y de sus habitantes va en ello.


De allí que su actual postura es impostura. Egresado, Kirchner se inició en Río Gallegos como abogado de prestamistas. Le fue bien y a poco se hizo, a su vez, prestamista. Así, sacó a remate bienes de deudores, que adquirió cuando podía, y aprendió a "presionar" a gente con dificultades económicas, ya que resultaba posible quedarse con su patrimonio.

La estrategia del enriquecimiento

Cualquiera sea el motivo por el que Duhalde optó por Kirchner, el caso es que Carlos Menem abandonó la contienda y así fue, inconstitucionalmente, por falta de mayoría y de 2ª y obligada vuelta, consagrado presidente de la Nación Néstor Kirchner, a quien no molestó Eduardo Duhalde, quien se apartó del ruedo casi por completo. Una excentricidad ante el regalo político de la presidencia a un minoritario proveniente de una provincia sin relieve sustancial. Salvo, claro está, que tal acceso no haya sido un "regalo." ¡Qué bueno sería el conocimiento integral del movimiento de los fondos de Santa Cruz!


No nos dejemos tentar y prosigamos con el análisis frío, aunque hierva la sangre con su desarrollo. Ya en la presidencia, con sigilo, Kirchner llevó adelante su estrategia de enriquecimiento, de tanto éxito en Santa Cruz: presión y más presión sobre distintos sectores y hacerse parte de las fuentes de producción, que son las que generan los grandes ingresos.



Adjudicaciones de obra pública a amigos y desplazamiento de empresas que no lo son. Reemplazo en el capital de las empresas adjudicatarias de obra pública, de quienes no son amigos por quienes lo son. Si no hay reemplazo, no hay obra pública. Adjudicación de concesiones de juego a amigos, con garantía de imponentes ganancias y de cuasi monopolio. Copamiento de las empresas generadoras de energía eléctrica. Copamiento de empresas vinculadas con la producción de otros tipos de energía (caso último es la inserción de capital K en YPF). También Techint parece haber sido puesta en el objetivo de Kirchner, con la invalorable colaboración de Hugo Chávez, presidente de Venezuela, con la expropiación de SIDOR.


Tampoco el transporte permaneció ajeno, a juzgar por Buquebus y la pretensión de hacer de su presunto propietario socio en varias jugadas en pos de la hegemonía económica del capital Kirchner. No es de extrañar que asistamos a un proceso de privatización parcial o total de Aerolíneas, una vez concretada la famosa expropiación en danza.


Los medios masivos de comunicación tampoco escaparon a la gran "redada", articulada en este caso con el manipuleo de las concesiones, de las adjudicaciones de ondas y del manejo de la publicidad del Estado y de todo aquello influenciable por el Estado, sea este nacional, provincial o comunal, que a todos los ámbitos llega el brazo corruptor desde el vértice de la pirámide de mando.


Inversiones inmobiliarias de elevado rango, hasta comprando tierras de reservas ecológicas.

Aparece la otra pinza: el blanqueo de capitales.


En síntesis: pareciera que Néstor Kirchner conduce o participa de un gigantesco pool presente en todas las fuentes de producción en la Argentina. ¿Realmente en todas?


Falta la que quizá sea la más importante: el agro.


El campo argentino y todo lo que se mueve a su alrededor. Hacia él avanza el tentáculo poderoso de quien busca sentar allí sus reales de modo contundente.


Lo espantoso es que lo hace con la complicidad consciente o inconsciente, por dolo o por culpa, de gobernadores, intendentes, legisladores nacionales y provinciales, periodistas, empresarios, gremialistas y dirigentes de todo tipo, incapaces de reacción ante este pulpo que todo lo absorbe, sin mas límite que el que le marca su propia conveniencia.


En la misma ruta que le marcó su experiencia santacruceña, se dio a la presión ilimitada sobre los productores agropecuarios, sean estos propietarios, arrendatarios, pooles de siembra y cualquiera sea el marco de su producción: leche, carne, granos, frutas, hortalizas, etc. Como la presión se ejerce a través de altísimos y desaforados impuestos, sumados a fuertes limitaciones de comercialización, con prohibición, real o virtual, de exportaciones y otras maniobras, nadie vinculado a la producción agropecuaria queda fuera del horror de la destrucción patrimonial. Los efectos ferozmente dañinos para el país no importan, la pérdida de mercados tampoco. Sólo importa aquello que se busca con ahínco: fundir al campo. Llevar a los productores a la insolvencia absoluta, a aquella de la que no se sale si no se vende, y mal, la fuente de producción, el campo y lo a él relacionado.


Ya con el campo exhausto, o en camino de serlo, se puso en movimiento la otra pinza, la que permita la transferencia de las propiedades, de las maquinarias, de los animales y las herramientas, de los frigoríficos y de las fábricas de maquinaria rural, de aceiteras, de lo que es, en definitiva, la producción agropecuaria.


La otra pinza se llama capitales de adquisición


Así nació el blanqueo de capitales, que no hay que confundir con "moratoria impositiva". Es absolutamente diferente. El 22 de diciembre último, se promulgó la ley nacional 26.476, cuyo título III está dedicado al blanqueo de capitales existentes en el país o en el exterior, cualquiera haya sido la fecha de compra de las tenencias y el origen de los fondos con que fueron adquiridas.


Esto implica legitimar la constitución de un gigantesco fondo, con capitales propios de quienes los blanqueen, o con capitales de terceros que los blanqueen a nombre de otros, o en sociedad con otros. La ley posibilita un rastrillaje de fondos que circulan en el mercado internacional, fiscalmente no declarados, o declarados fiscalmente y dados en mutuo o en cualquier tipo de sociedad o asociación, a personas jurídicas o de existencia visible, nacionales o extranjeras, que podrán volcarse a la adquisición masiva de bienes rurales argentinos (campos, maquinaria, animales, construcciones, silos, rodados, frigoríficos, fábricas de maquinaria rural, etc.). A los efectos de este análisis, son de destacar los incisos a) y e) de la ley 26.476.



Un fondo gigantesco

En definitiva: un enorme fondo a la espera de momentos de zarpazos, que se compensará con la utilidad feroz derivada de comprar con esos fondos bienes muy valiosos a precio de remate. Habrá capitales de diferente origen, ralea y nacionalidad.


Desde estudiante, Kirchner tenía el sobrenombre de "Pulpo". En honor a la verdad, abraza como pulpo, abarca como pulpo, aprieta y devora como pulpo, por lo que es un pulpo y el sobrenombre no es tal, sino su nombre de especie.


Su víctima es de color azul y blanco con un sol en el centro

Alberto F. Robredo


Abogado y ex profesor de Derecho Político y Teoría del Estado en la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Es autor del libro El Estado Agredido.

Nota: agradecemos el aporte de Carlos Manuel Acuña


Desde la Gran Ciudad de BA, el lunes 23 de marzo del 2009


UN ENVÍO DE: ROBERTO OLIVER

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