miércoles, 2 de junio de 2010

LOS LOBBIES ANTICATÓLICOS

Autor: LIC. MÓNICA DEL RÍO
Enviado por: Jorge Enogard.




Las armas del enemigo.

Todos somos –en mayor o menor medida- conscientes de la decadencia de la institución familiar y de los permanentes ataques a la vida humana. Lo que tal vez no tenemos del todo claro es que esto obedece a un plan sistemático de destrucción de la familia, que hay importantes, poderosos y organizados grupos de presión detrás y que en el fondo todos estos ataques van dirigidos a Cristo y a su Iglesia, más allá de que hoy la trinchera sea la familia, nuestro último bastión.

A comienzos de este año el periodista y escritor Vittorio Messori, en una entrevista concedida al diario italiano “La Stampa”, denunció a algunos de esos grupos de presión o lobbies antifamilia, asegurando en sintonía con el Papa Benedicto XVI, que “la acción de estos influyentes grupos de presión no se dirige sólo hacia el matrimonio y la familia desde la perspectiva de la fe, sino contra todo el complejo ético y moral de la Iglesia”.¡Existe un ateísmo militante al que deberíamos enfrentar un catolicismo militante!

Antes de asumir como jueza de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la Dra. Carmen Argibay se definió como atea militante. La frase, por todos recordada, causó sorpresa e indignación; pero la originalidad de Argibay no estribó en la ideología que manifestó, sino en la forma –pública, explícita y desenfadada- de la manifestación.

En el fondo los lobbystas anticristianos, que Vittorio Messori denunció en la entrevista que publicó el periódico italiano “La Stampa” son eso, ateos militantes, que en vez de reconocerlo enmascaran su ideología promoviendo nuevos pseudoderechos (anticoncepción, aborto, homosexualidad, eutanasia). Son los que desconocen los valores absolutos (Bien, Verdad, Belleza) y convierten en dogma inapelable lo relativo, por ejemplo: el respeto por la naturaleza; de allí que la ballena termine siendo más importante que el niño por nacer.

El ateísmo describe un abanico de distintas actitudes frente a Dios, que va desde su expreso rechazo –pasando por el desconocimiento de la autoridad de su Iglesia- hasta la negación del orden natural propuesto por el Creador. El ateísmo militante es una actitud de vida, es actuar en contra del orden querido por Dios para el mundo y para las criaturas.

El hombre moderno odia a Cristo y su mensaje, porque ese mensaje apareja imposiciones morales que no está dispuesto a cumplir. Por eso proclama su “autonomía moral” y no reconoce ninguna autoridad fuera de él mismo. Es un hombre inmanentista, rechaza su natural vocación trascendente y pierde de vista el plano sobrenatural. Consecuentemente pasa lo que decía Chesterton: “cuando quitamos lo sobrenatural, no nos queda lo natural, sino lo antinatural”. Por eso no puede sorprendernos que hoy se legisle contranatura.

De allí también que sólo la Iglesia, fiel a su misión, sea capaz de custodiar la ley moral natural a la que el poder político debe sujetarse. Y es esa misión particular de la Iglesia, la que la convierte en centro de del ataque de todos los lobbies antivida y antifamilia, que como bien explica Messori en la entrevista mencionada, atacan en realidad “todo el complejo ético y moral de la Iglesia”. Por eso, más allá de la forma en que se presentan y de los intereses particulares que defienden, son todos lobbies anticatólicos.


Estrategia antieclesial.

Se intenta reducir a la Iglesia –depositaria de un ideario doctrinal verdadero- a una ideología, por eso se la invita a participar: del “debate democrático”, de las coaliciones cívicas”, de las “mesas de diálogo” …; pero sobre la puerta de acceso a esos espacios de participación flamea el emblema liberal del laicismo, y junto a la invitación llega la advertencia, expresada con distintos slogans: “el Estado es laico”, “la Iglesia no puede imponer sus criterios al resto de la sociedad”, “respetamos a los católicos pero trabajamos para todos” o lo que es peor, “soy católico pero…gobierno o legislo para todos”.

Sutil modo de bastardear la Verdad, es invitar a la Iglesia a ofertarla en la mesa “pluralista del laicismo”; se intenta seducirla para que claudique, para que se transforme en una Iglesia concesiva que renuncie a un catolicismo militante y a la misión que le es propia, predicar el Evangelio del Redentor y custodiar el Orden propuesto por el Creador. Quieren que se transforme en una “Iglesia laica”.

Simultáneamente se la denosta, ignorando que es la Esposa inmaculada de Cristo, para aislarla de Dios y del pueblo. Para aislarla de Dios –al estilo protestante- buscan que la gente piense que se puede vincular con Dios sin necesidad de la Iglesia ni de sus ministros.

Se la presenta como mera institución humana y como tal, con humanas miserias en las que se regodean sin importar si son reales o inventadas. Nadie busca a Dios en un chiquero. Para eso usan por ejemplo el latiguillo de la pedofilia. Para alejarla del pueblo, en cambio, la presentan como una Institución ambiciosa, amiga del poder de turno –independientemente del signo que tenga-, una Iglesia medrosa incluso, de denunciar poderes ilegítimos o abusos de poder. Para esto han usado campañas de difamación como la que sufrió la figura de Pío XII. Para vaciarla de su propia feligresía la sindican como deshumanizada y autoritaria, una Iglesia que impone rígidos principios morales que surgirían de su caprichosa y despiadada voluntad.

Es el precio de la fidelidad que paga, en primer lugar, el Santo Padre. El Papa recibe el embate permanente de los medios de comunicación que viven manipulando y ridiculizando su mensaje. “El Papa Benedicto XVI resucita el infierno” leíamos hace unos meses en los titulares de diarios nacionales y extranjeros, porque el Santo Padre había “osado” decir que existe y es eterno”. “Benedicto XVI llama a “cruzada” ideológica”cuando le recordó a los parlamentarios europeos que los principios que están inscriptos en la naturaleza humana no son negociables.




Recordemos la mirada distorsionada que difundieron de la “Sacramentum Caritatis”, que redujeron a: “Celibato sacerdotal, Misa en latín y divorciados excluídos de la Eucaristía. Qué maldad. Qué retroceso”. Si el Santo Padre es un “inquisidor que se quedó en el medioevo” conforme al escarnio de los medios, los principios de moral natural que tanto nos recuerda no son para el siglo XXI, y quedamos eximidos de cumplirlos.

¿Cómo trabajan los lobbies anticatólicos?

Son grupos de presión que actúan sobre las distintas esferas del poder. Pero saben bien que el poder no les dará respuesta favorable hasta tanto no haya también una demanda social. Por eso comienzan a inclinar a la opinión pública hasta lograr un consenso en la sociedad que refrende su reclamo. Para eso apelan a la sensibilidad con argumentos que impactan, a pesar de no resistir el más elemental análisis racional.

Por ejemplo, sólo cuando se trata de servicios de salud reproductiva se acuerdan de los pobres, como si fueran los únicos que, a diferencia de los ricos, no pueden adquirir. Es el único caso en que bregan por la equidad social (los que no pueden pagar un ginecólogo, no pueden pagar un oncólogo, un abogado, un profesor…). Tras lograr el consenso social se acercan a los legisladores –invocando una “discriminación” desasida de la justicia- con los que trabajan en forma transversal (sin distinción de partidos políticos). En el ámbito judicial presentan casos testigos que cumplan la misma condición, es decir, que sensibilicen: menor de bajos recursos, analfabeta, fue violada y solicita autorización para abortar.

A veces lograr su objetivo les lleva varios años, pero diagraman una estrategia y perseveran en ella. Este año dieron el puntapié inicial para llegar al “matrimonio” homosexual por vía judicial. En febrero dos lesbianas fueron al Registro Civil y solicitaron que las “casen”; en junio fueron dos gays. En ambas ocasiones, previendo la negativa, fueron acompañadas por la prensa, los legisladores que impulsan el seudo matrimonio homosexual y la presidenta del INADI, María José Lubertino Beltrán, que se presentó en calidad de testigo para iniciar después acciones judiciales por discriminación.

Por otro lado, la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) venía intentando por la vía legislativa una ley que reconociera a nivel nacional las uniones civiles. Editaron un libro elaborado por psicólogos que apoyan la adopción por parte de homosexuales, hicieron la presentación del libro en el senado, etc. Pedían uniones civiles porque pensaban, en ese momento, que era lo máximo a lo que podían aspirar, pero este año, aprovechando la coyuntura política y el apoyo oficial, duplicaron la apuesta y reemplazaron esa iniciativa por la reforma del Código Civil para lograr igual que en España el “matrimonio” homosexual.

Es habitual que estos lobbies organicen jornadas o congresos en los mismos ámbitos legislativos, patrocinados por algún legislador afín e inviten al resto. Que traigan personas de países donde el objetivo que persiguen ya se consiguió, para que transmitan de modo “positivo” la experiencia. Que busquen adhesiones del exterior, particularmente de entidades académicas o de profesionales que gocen de renombre, aunque carezcan de entidad moral o intelectual. Salen a la calle y se manifiestan, logran captar la atención aún no siendo muchos, usando atuendos, pancartas o accesorios llamativos para “visibilizarse”. Y lo que es más importante: aprovechan cualquier espacio que les proporcione un medio de comunicación.


Los lobbies que denunció Messori.

El escritor italiano se refirió a ciertos sectores de la masonería, asociaciones homosexuales, multinacionales farmacéuticas, potentes organizaciones ecologistas y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si bien es fácil distinguir los lobbies, no pasa lo mismo con los lobbystas, pues es difícil encasillarlos en uno sólo de esos lobbies –es un anticatolicismo transversal- lo cual se ve claramente en el mismo ejemplo que citó Messori, el del presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero: “cabecilla casi caricaturesco –dice- de lo “éticamente correcto” que impera en Bruselas, un radicalismo de masas que ve en la Iglesia a su enemigo
jurado”.
Aclaremos que Bruselas –la capital belga- es la sede de la Comunidad Económica Europea y el lugar de trabajo de las Comisiones del Europarlamento.

Rodríguez Zapatero es un laicista militante: ataca permanentemente la moral natural y el Magisterio de la Iglesia: eliminó la religión de los colegios, hizo quitar los crucifijos, promueve leyes contranatura… y si ve en la Iglesia a su enemigo es porque pertenece al enemigo histórico de la Iglesia: la masonería. Su filiación masónica fue confirmada por la prensa norteamericana, con las declaraciones del gran maestro de una logia de Nueva York. El historiador Ricardo de la Cierva asegura, además, haber escuchado al presidente de la Gran Logia de España, Josep Corominas i Busquetta, decir que ocho ministros de Rodríguez Zapatero son masones.

Detrás de los ataques a la Iglesia, siempre está la masonería. Si del demonio se ha dicho que es el mono de Dios, de la masonería puede afirmarse que es la mona de la Iglesia (la imitación invertida). Es fácil olfatear masones en los ámbitos políticos; lo difícil es probarlo por el accionar secreto de la masonería. Sin embargo, se advierte en el discurso de muchos legisladores su raigambre masónica, aunque a veces y dependiendo del grado que hayan alcanzado, la evidencia aparece recién en el aviso fúnebre. En el país lo hemos visto con varios legisladores
socialistas.




Hay que acostumbrarse a pensar que, aunque no la veamos, la masonería está y trabaja. En ese sentido podríamos compararla con el servicio de inteligencia de un país, del cual apenas tenemos la dirección de la sede y algún nombre, pero nadie duda de que cuenta con muchos miembros y de que podemos tener uno al lado sin saberlo.


Rodríguez Zapatero y el lobby homosexual.

Hacia fines del año pasado visitó nuestro país Beatriz Gimeno, titular de la Federación de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales de España. La española no ahorró elogios a su presidente, especialmente por impulsar la reforma de la “Ley de matrimonio” que admitió parejas del mismo sexo desde julio del 2005. “En este sentido, nuestro país es uno de los más avanzados del mundo”, dijo Gimeno, que le aconsejó a los lobbystas argentinos convertir su agenda en “políticas de Estado”. En marzo de este año Zapatero promulgó la Ley de Identidad de Género que le permite a los transexuales cambiar su documento de identidad, sin necesidad incluso de pasar por cirugías que adecuen sus genitales externos –aunque esas intervenciones las cubre en España la Seguridad Social-: basta con que un psicólogo diagnostique “disforia de género”.


Rodríguez Zapatero y el lobby antivida.


Promulgó por ejemplo una “ley de reproducción humana asistida” que permite la producción y descarte de seres humanos”, sin excluir la clonación humana o la producción de quimeras (mezcla genética de humanos y animales). Impulsa un proyecto de “Ley de investigación biomédica” que considera que el ser humano concebido es sólo un “preembrión” hasta el decimocuarto día de gestación, lo que daría carta blanca a cualquier manipulación genética hasta esa fecha.

Las directrices de la OMS que Messori recuerda en la nota “contracepción, aborto…”, también fueron seguidas a pie juntillas por Rodríguez Zapatero. Garantizó el suministro de toda clase de anticonceptivos, incluida la “píldora del día después” que se da gratis, aún a menores de edad. Por lo que el presidente socialista favoreció, como nunca en España, la colosal industria farmacéutica, que, como dice el periodista católico, “es el negocio más rentable de la economía global, que obtiene ganancias formidables de la producción de píldoras anticonceptivas, preservativos y otros fármacos e instrumentos que contradicen con los hechos las indicaciones de la Iglesia”. A pesar de la batería antinatalista de Rodríguez Zapatero, los abortos quirúrgicos que se practican en España crecen día a día.


Rodríguez Zapatero y el lobby ecologista.

Impulsó el Proyecto Gran Simio que exige “derechos humanos” para chimpancés, gorilas y orangutanes, basándose en la gran cantidad de genes que comparten con los humanos. Fue también el gran propulsor de la “Alianza de las Civilizaciones”, que tiene un grupo coordinador presidido por Federico Mayor Zaragoza, uno de los principales promotores de la Carta de la Tierra (el manifiesto panteísta que intenta reemplazar a los Diez Mandamientos). En suma, Rodríguez Zapatero es –como advierte Messori- un caricaturesco enemigo de la Iglesia, que destila y exporta su odio al Cristianismo.


¿Qué hacer frente al avance del enemigo?

Nos lo recordaba el Santo Padre en Aparecida (el 13 de mayo de 2007): a los laicos nos exhortó a ser conscientes de nuestra responsabilidad en la vida pública, teniendo presencia cuando sea necesario y oponiéndose a todas las injusticias. A los consagrados les dijo: “Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto político, no haría más por los pobres y por la justicia, sino que haría menos, porque perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una única vía política y con posiciones parciales opinables. La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres, precisamente al no identificarse con los políticos ni con los intereses de partido. Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político. Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas –remarcó el Papa- es la vocación fundamental de la Iglesia en este sector”.


LIC. MÓNICA DEL RÍO..


SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, RUEGA POR LA ARGENTINA.

SALVA AL PUEBLO ARGENTINO, SAGRADO CORAZÓN.





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