TEMARIO:
1-LA VETOCRACIA: SEGUNTA ETAPA DE LA AUTOCRACIA KIRCHNERISTA.
2- La victimocracia K.
3-Corrupción, como genocidio.
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1-La vetocracia: segunda etapa de la autocracia kirchnerista.
Por:Guillermo Cherashny
"Ningún gobierno está obligado a manejarse con leyes que no le gustan”. Así lo señaló el filósofo contemporáneo italiano Agustín Rossi. Lo que no sabe el rosarino es que el Poder Ejecutivo tiene que manejarse con la Constitución que hay, las leyes que hay y también las que se sancionen cuando estén en minoría a partir del 10 de diciembre.
El jefe del bloque oficialista está acostumbrado a transitar al margen de la Constitución desde que en octubre del 2005 el kirchnerato logró la mayoría y sumó -entre otros- a Borocotó, recién electo por la lista de Macri y llevado a la Casa Rosada por el hoy crítico Alberto Fernández, y los diputados de Ricardo Colombi, entonces gobernador de Corrientes. En esas épocas predominó la cooptación de elegidos de listas opositoras, que se hicieron oficialistas a cambio de favores políticos y consolidaron entonces la autocracia kirchnerista basada en el levanta manos de los propios y los borocotizados. Así fue el manejo al margen de la Constitución, con el fin de clausurar el debate en el congreso, cosa que lograron hasta el 2008, cuando se dirimió la resolución 125. El kirchnerismo sufrió una derrota importante, luego se repuso y con más dadivas volvió a conseguir las leyes que quería. Pero la guerra contra el campo le hizo perder popularidad y periodistas políticamente correctos, como Luis Majul, convertido ahora en líder de la resistencia.
Llegó el 28-j y el oficialismo perdió en muchos distritos claves, como Capital, Bs.As., Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Santa Cruz. Pero después de un mes empezó a cooptar la voluntad de los diputados y senadores cuyos mandatos se vencían, más seguidores de los gobernadores que necesitaban dinero y así consiguió, con el levanta manos, todas las leyes que quiso, entre ellas, la de medios, la de superpoderes, la emergencia económica, ADN obligatorio, etc., etc.
Ahora están a punto de quedar en minoría en ambas cámaras, aunque con una oposición dispersa. Amenazan entonces con la vetocracia serial, que significaría un autogolpe de estado destituyente. Agustín Rossi metió la pata este fin de semana, saliendo a aclarar y oscureciendo más el panorama. Está claro, entonces, que intentarán seguir con la autocracia mediante la vetocracia, ahora que no pueden utilizar los levanta manos.
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2-La victimocracia K.
Ya señalamos que la Levantocracia y la futura Vetocracia son dos componentes de la Autocracia Kirchnerista. A éstos se agrega la Victimocracia, es decir, el cogobierno de las víctimas. A partir de la instalación del kirchnerato, se le dio gran importancia a las Madres de Plaza de Mayo, a las Abuelas de la misma plaza, a las víctimas de la represión militar, a las del gatillo fácil, etc., etc. Así fue que se otorgaron por ley importantes indemnizaciones y subsidios, en una política de cooptación, convirtiendo al rol de parientes de las víctimas en una de las profesiones más rentables de la Argentina.
De esta forma, Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto -y su clan de amigos- han recibido todo tipo de indemnizaciones y subsidios. Y en el caso de la abuela, todos sus hijos fueron recompensados con cargos públicos electivos. Bonafini no se priva de nada: tiene universidad, radio, constructora, una docena de museos y varias prósperas actividades más. Pero lo más importante es que tiene el inmenso poder político de impugnar militares y componentes de todas las fuerzas de seguridad que está a merced del comisario político Horacio Verbitzky, con su house group, el CELS. Una especie de Veraz de la fuerzas armadas y de seguridad.
Otro caso relevante es el de algunos familiares de las víctimas de la AMIA. El presidente de la entidad que los nuclea, Sergio Burstein, ha ejercido su derecho de veto sobre el jefe de la Policía Metropolitana Jorge Palacios. Tanto Burstein como Sergio Schoklender, el gerente general de Bonafini, tienen grandes manejos de dinero, equipos de trabajo, flotas de celulares etc., y nadie les puede preguntar de dónde obtienen su presupuesto o si hacen declaraciones juradas a la AFIP, aunque parece evidente que esta obligación sólo corre para la gilada, en cambio, para el oficialismo, encabezado por el matrimonio presidencial, alcanza con presentar cualquier cosa y las inconsistencias se las arreglan a domicilio. A los opositores les toca, en cambio, la persecución impositiva.
Hoy en la Argentina la profesión más rentable e impune es ser pariente de las víctimas. Con sólo apoyar todas las políticas del gobierno, consiguen grandes ventajas personales. Además, extorsionan al Congreso, por ejemplo, con la reciente aprobación de la ley del ADN obligatorio. Una ley totalmente inconstitucional, que posiblemente ningún juez se atreverá a declarar como tal. Así las cosas, hasta el 2011 hay que soportar la levantocracia, la vetocracia y la victimocracia.
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3-Corrupción, como genocidio.
Por: Enrique Guillermo Avogadro.
“Padre –me dice Hailu-, es el principio de “vuestro fin. No podemos seguir viviendo más tiempo de este modo. Estamos cubiertos de ignominia. Las muertes en el norte y las “mentiras dela corte han hecho que vivamos en la infamia. El país se hunde en la corrupción, sus gentes mueren de hambre, a cada paso no hay más que ignorancia y barbarie. Estamos avergonzados de lo que aquí ocurre, nos da vergüenza este país. Y, como no tenemos otro, padre, tenemos que sacarlo del fango nosotros solos”.
Ryszard Kapuscinski, “El Emperador”
Los diarios y los noticieros de TV, literalmente, chorrean corrupción, en niveles nunca vistos en la historia argentina, a punto tal que han hecho que nuestro país descendiera siete posiciones en el ranking mundial, para equipararse a los países más atrasados y feudales del África negra.
Todos los días nos enteramos de nuevos hechos, que demuestran la total desvergüenza del modo de ejercer el poder de la pareja imperial y sus cómplices.
Más allá de los rumores, nunca comprobados, de la compra de estancias y tierras en el sur por parte de ministros y sindicalistas ligados, por turbios negocios, al tirano de Olivos, realmente asombra la pasividad social frente a hechos tan graves como la falsificación de medicamentos, por ejemplo.
Resulta un tópico común decir que la sociedad argentina sólo reacciona frente a las arbitrariedades cuando le tocan su órgano más sensible –el bolsillo- pero hasta eso ha dejado de ser cierto en nuestro país. La confiscación de los ahorros privados, depositados por sus titulares voluntariamente en las AFJP’s, no motivó protesta alguna entre los afectados.
Tampoco se ve un incremento en la combatividad de los jubilados, pese a que la permanente recurrencia del Poder Ejecutivo a las arcas de la ANSES para financiar cuanto proyecto estrafalario se le ocurre, transmite la certeza de la futura nueva crisis del sistema provisional.
Es cierto que todos esos proyectos, sin excepción clientelistas y corruptos, son vendidos diariamente por el Gobierno como signos de su sensibilidad social, y que ello evita que se alcen fuertes voces en su contra.
Resulta muy difícil, por ejemplo, oponerse a la incorporación al sistema jubilatorio de un millón y medio de personas que, por no haber realizado aporte alguno, carecían del beneficio, pero alguien debería explicarle a la población que, con la ampliación de la expectativa de vida y la baja tasa de natalidad de Argentina, cada vez hay menos activos para sustentar, con sus contribuciones, a los pasivos. Ello llevará, inexorablemente, a la quiebra de la ecuación del sistema, como ha ocurrido en casi todos los países europeos.
Lo mismo ocurre con la asignación pseudo universal por hijo, que el Gobierno dispuso por decreto, para evitar la verdadera que proponían todos los proyectos en tratamiento en el Legislativo. Sería bueno que se explicitara que el sistema, tal como ha sido puesto en marcha, sólo favorecerá el clientelismo favorable al futuro candidato oficial, don Néstor.
Pero lo sustantivo de esta nota, y de allí su título, es la lisa y llana corrupción, frente a la cual el “robo para la corona”, atribuido en su época a Manzano, aparece como la conducta de un ladrón de gallinas.
Más allá de que los casos concretos, por viejos, resultan casi excluidos del conciente colectivo -como los fondos de Santa Cruz, las facturas de Skanka, la valija de Antonini Wilson, la desaparición de US$90 millones del fideicomiso venezolano, la compra de tierras en Calafate, el crecimiento geométrico del juego y de la droga, la misma falsificación de los medicamentos, la adulteración de los datos del INDEC, el inexplicable crecimiento del patrimonio “blanco” de los Kirchner y otros funcionarios públicos, el apoderamiento de empresas para “argentinizarlas” en manos de amigos, la bochornosa adjudicación de sobrevaluadas obras públicas a esos mismos amigos, la impúdica utilización de bienes públicos para beneficios privados, la compra de aviones y yatchs por parte de los ladrones encaramados al poder, etc., etc., etc.-, no podemos olvidar, ni por un momento, cómo repercute el costo de esa corrupción en nuestro entramado social.
¿Cómo no nos detenemos a pensar qué podría hacer el Estado, honradamente administrado, con el dinero que hoy paga el “fútbol gratis” y la liberación de los “goles secuestrados”? ¿Cuántos alimentos o medicamentos se podrían comprar con lo que la pareja gasta en aviones para llevar, exclusivamente, los diarios del día hasta Calafate? ¿Cuántos hospitales y escuelas podrían hacerse con los inflados costos de las obras públicas, especialmente en Santa Cruz? ¿Cuántos remedios se podrían comprar con los aportes del Estado a Aerolíneas Argentinas, para que ésta sea usada como taxi por sus directores? ¿Cómo justificar el recrudecimiento del dengue por falta de un presupuesto adecuado, cuando se dilapida el dinero en proyectos faraónicos que nunca se concretan, salvo en el costo de los honorarios de las consultoras amigas? ¿Cuántos más helicópteros, armas y chalecos, autos y motos se podrían comprar para mejorar la seguridad cotidiana que, todos los días, se lleva la vida de los ciudadanos?
Lo que está ocurriendo en nuestro país que, no olvidemos, puede producir alimentos para 400 millones de personas, es un verdadero genocidio. Y, sin embargo, no hay una reacción colectiva frente a ello, que imponga al poder la adopción de políticas públicas destinadas a paliar los flagelos que azotan a nuestra sociedad.
Hay verdadero hambre en el Chaco, en Formosa, en Jujuy, en Salta y, también, en el Conurbano bonaerense. Millones de nuestros compatriotas carecen de la alimentación necesaria para el desarrollo del cerebro, y la estamos condenando a la ignorancia y a la falta de desarrollo. Miles, por otra parte, se ven afectados por enfermedades endémicas que requieren de una fuerte inversión para ser erradicadas, tales como el dengue y el mal de Chagas. La educación pública, que fue uno de los orgullos de nuestro país, prácticamente ha desaparecido, por la falta de planes inclusivos, por la transformación de los maestros en “trabajadores de la educación”, por la falta de inversión, por la pobreza de la población pero, sobre todo, por la manipulación política del tema, para usarlo como ariete contra los gobiernos provinciales díscolos y, también, para mantener a la población sujeta a la voluntad del poder.
Según las definiciones internacionales en boga, genocidio es un ataque que se consuma contra un sector determinado de la población, buscando su exterminio.
¿Qué está haciendo este gobierno con nuestros hermanos más pobres? Las armas que usa –el hambre, la enfermedad y la ignorancia-, ¿son menos letales que los fusiles y las bombas? Creo que no; muy por el contrario, tienen efectos que durarán generaciones enteras. Sin embargo, nadie reacciona.
También es cierto que tampoco reacciona la sociedad cuando de defender la República se trata. Pero, a veces, resultan temas tan sofisticados que resultan de imposible comprensión por parte de la gran masa de la población.
Para alguien que debe salir todos los días a juntar cartones, que debe hacer colas interminables en los dispensarios de salud y en los hospitales públicos, que debe pernoctar en la calle para obtener una vacante en una escuela pública, que diariamente percibe que la inflación le recorta su magro ingreso, y que vive con miedo en la calle y en su casa, ¿puede resultarle trascendente el cambio en la composición del Consejo de la Magistratura?
¿Cuántos de nuestros compatriotas accedían a las cifras del INDEC? ¿Cuántos leen los diarios y revistas de opinión? ¿Cuál es rating de los programas políticos en televisión? Si los propios dirigentes fueron incapaces de reaccionar cuando se sancionó, tramposamente, la Ley de Medios, ¿cómo pedirle al ciudadano de a pie una actitud distinta?
Si los legisladores y líderes políticos y sindicales guardan silencio cuando se cercena la libertad de prensa, ¿con qué cara puede exigírsele a la población que asuma la defensa de algo tan elemental?
Si los empresarios, tan fervientemente aplaudidores durante la gestión de los Kirchner, tienen verdadero pavor del Gobierno, no porque los pueda matar sino porque el disenso es premiado con visitas de la AFIP, ¿qué se le puede decir a los demás que, aún desde una pobreza abyecta, son obligados a sustentar los subsidios por la vía del IVA que pagan sobre los alimentos de primera necesidad.
¿Cómo explicar a los habitantes del Conurbano que yo pago sólo $8 por bimestre de gas, mientras ellos deben pagar hasta $140 por igual período?
¿Cómo justificar que, con los impuestos, esos mismos habitantes paguen la universidad de los privilegiados, cuando saben que nunca podrán mandar sus hijos a ella? ¿Qué quiere decir, en ese caso, “igualdad de oportunidades” si, cuando el hijo de un obrero llega a la facultad, debe competir con otros que ni trabajan ni deben gastar dos horas diarias para viajar?
Es por todo eso que estamos convocando al acto del 10 de diciembre, a las 19:30, en la Plaza de los Dos Congresos, para pedir por la República, con seguridad, con orden y con solidaridad.
Tenemos que decir ¡basta!,
¡basta de corrupción!,
¡basta de pisotear las instituciones de la República!,
¡basta de controlar a la Justicia!
¡basta de pobreza y miseria!
¡basta de hambre!,
¡basta de inseguridad!,
¡basta de enfermedades curables!
¡basta de remedios truchos!
¡basta de extorsionar a gobernadores y legisladores!
¡basta de robar la plata de escuelas y hospitales!,
¡basta de avanzar sobre nuestras libertades!,
¡basta de manipular los índices y las estadísticas!
¡basta de prepotencia!,
¡basta de confrontación!,
¡basta de atacar a las fuerzas armadas!
¡basta de clientelismo!
¡basta de piquetes!
¡basta de listas-sábana!
¡basta de candidaturas “testimoniales”!
¡basta de nepotismo!
¡basta de despilfarro!
De nosotros mismos depende todo eso. Debemos asumir el compromiso ciudadano de participar, de dejar de entregar la administración del país a los que sólo pretenden lucrar con ella, aún a costa del hambre y de la pobreza. Debemos recordar que estos K no salieron de un repollo; salieron de nosotros, de esta sociedad enferma de individualismo y de apatía, de “no te metas”.
Tenemos una oportunidad el 10 de diciembre. Por Dios, ¡no la desaprovechemos esta vez!
Bs.As., 23 Nov 09.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Blog: http://egavogadro.blogspot.com/
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ENVÍO Y FUENTE: ELINFORMADORPUBLICO.COM
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