lunes, 27 de julio de 2009

Algo debe cambiar

Algo debe cambiar. Somos buenos, pero si nos controlan, somos mejores.

En la Argentina decimos que vivimos en democracia porque votamos (no elegimos) y, entre una fecha y otra fecha electoral, poco o nada hacemos para que los distintos poderes tengan una representatividad más o menos equitativa. Por ejemplo, sabemos lo que pasa en el Indec, y aunque eso distorsiona y daña nuestra calidad de vida y nuestra credibilidad, no hacemos lo suficiente para que se modifique tamaña estafa.

Algunos indicadores psicosociales a los cuales sugiero se le haga un seguimiento legislativo y públicamente, por las comisiones que corresponda, se exprese con claridad la VERDAD a la ciudadanía.

La población argentina sigue creciendo a expensas de las provincias más pobres y de los grupos sociales más vulnerados de la sociedad caracterizados por tener altas tasas de fecundidad en las mujeres y, fundamentalmente, entre ellas, la fecundidad temprana de las adolescentes. Este año nacieron aproximadamente unos 328.000 argentinos sumergidos en la pobreza.

Según un reciente informe de UNICEF Argentina sobre el estado de la infancia y la adolescencia en el país, el 62,7% de los chicos está bajo la línea de pobreza (6 de cada 10 niños menores de 18 años). En total son 3.689.588 chicos. Entre los indigentes, casi la mitad no recibe ningún tipo de subsidio o ayuda social. La educación no se escapó de estos datos. Según UNICEF, existe en la Argentina “mayor exclusión y riesgo educativo”. Una alta proporción de niños de 5 años no accede a la educación; 1 millón de chicos de entre 15 y 19 años están fuera del sistema educativo; 10,3% de adolescentes no empezó la secundaria y 1 millón de chicos tiene sobreedad en el sistema educativo. Cada año, 68.374 niños de 6 a 11 años dejan la escuela.

La Argentina está atravesando un proceso de envejecimiento poblacional que obliga a evaluar convenientemente sus consecuencias en el mediano y largo plazo, máxime si tenemos en cuenta que en pocos años más, el 50% de la futura población pasiva tendrá problemas para jubilarse.

Para que el sector privado pueda ser más competitivo, el sector público debe ser menos “pesado”, para lo cual, sigue siendo imprescindible la reforma (achicamiento) del Estado en sus tres niveles (Nacional, Provincial y Municipal), junto a un reordenamiento fiscal. Lamentablemente para todos, todo indica que Kirchner no hará ninguna reforma estructural aunque la haya anunciado en la primera asamblea legislativa. ¿No querrá o no podrá?.

La actual dinámica económica lejos de mejorar la situación distributiva, la ha empeorado.

Durante este año legislativo o, a más tardar el próximo, debiera aprobarse una nueva ley de coparticipación federal. El tema será encontrar el justo equilibrio entre las provincias más favorecidas en términos de transferencias por habitante (Santa Cruz y Tierra del Fuego) y las que proporcionalmente menos recursos obtienen. En el medio esta el viejo debate entre el criterio devolutivo que recomienda enviar más dinero a quienes más contribuyen con el producto nacional, y el distributivo, que prioriza la asistencia a las economías más postergadas, realidades éstas que no son fáciles de coordinar. Veremos que pasa (y si pasa).

En los últimos seis años el mapa socioeconómico del país cambió completamente: hoy el 70% de la población pertenece a sectores de ingresos bajos y marginales, mientras que la clase media quedó integrada por apenas el 20% de la población, en una sociedad que supo incorporar tempranamente, con el aluvión inmigratorio de antaño, pautas de rápida movilidad social ascendente.

En ese desplazamiento desapareció completamente la clase media baja a la cual pertenecía un 23% de la población en 1996, siendo absorbida por la clase baja. La única diferencia evidente entre una y otra, es cultural.

En una encuesta de opinión pública que Transparencia Internacional (TI) difundió en el año 2005, los diputados y los senadores argentinos eran considerados los legisladores más corruptos del mundo detrás de sus pares ecuatorianos. Los partidos políticos argentinos también quedaron segundos entre los más corruptos, compartiendo esa posición con sus similares de India y Perú. ¿Algo habrá cambiado o habrá que cambiar de aquella fecha a esta?

10. Debemos terminar con la cultura prebendaria y clientelística. Si verdaderamente queremos salir de esta historia y olvidarnos de este largo y lento martirio, no dejemos que el próximo año se nos distraiga con laboriosas promesas generalmente falsas. Lo que debe venir, son reformas estructurales profundas acompañadas de cirugías cruentas en la macro estructura gerencial (burocrática) del gobierno en sus tres niveles de gerenciamiento (nacional, provincial y municipal) junto a la reformulación de todas nuestras instituciones.
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Algunas promesas de las muchas formuladas en el año 2004 por Néstor Kirchner INCUMPLIDAS hasta la fecha:

-“Eliminaremos las listas sábanas, pondremos menores requisitos para la formación de nuevas agrupaciones políticas y limitaremos el gasto en las legislaturas” ( durante el año 2005 el Congreso aumentó sus gastos en 35 millones repartidos entre erogaciones en personal, pasajes y viáticos. El Senado agrandó su dotación de personal en un 8%). Investigue usted que pasó el año pasado.

-“Proponemos un sistema educativo federal y unificado que reemplace el actual sistema anarquizado. Calendario escolar mínimo de 220 días”. (no llegamos a los 180)

-“En cuanto a la reforma impositiva, simplificaremos el esquema impositivo y cambiaremos el actual sistema regresivo por uno progresivo, en el que se pague en función de la capacidad contributiva. Rebaja gradual de los impuestos al consumo, como el IVA, siguiendo las pautas de recaudación y sin frenar, en una primera etapa, la necesaria inversión pública”.

-“En cuanto a la reforma del Estado, incluiremos la creación de la figura de “quiebra” de provincias o municipios para las malas administraciones. Si la quiebra fuera dolosa, el gobernador o el intendente irá preso”.
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Les dejo algunos comentarios que me dicta mi experiencia para que desde ahora comencemos a controlar a los que cada uno votó, porque para reconstruir y engendrar algo nuevo y original en política (y a eso propendemos), no debemos imitar a imitadores ni arrojar una tea de discordia entre las pasiones que nos dividen, porque tratándose de NUESTRA PATRIA, debemos sacrificar hasta el amor propio, pero no dejarnos estafar, una vez más, con vanas promesas.

Por ello es necesario que trabajemos para que las fuerzas individuales, lejos de aislarse y reconcentrarse en su egoísmo, concurran simultánea y colectivamente a un fin único: al progreso y engrandecimiento de la Argentina.

Dios, la patria, el grito de nuestra conciencia y de nuestra razón nos imponen el deber de consagrar todas nuestras fuerzas en pos de los objetivos que anhelamos.

Tenemos por delante un mundo de esperanzas y la fuente inagotable de un porvenir incógnito que debemos descifrar.

Para que nuestras tareas para reparar el tiempo perdido sean verdaderamente fecundas, es preciso circunscribirlas a la vida actual de nuestra sociedad, es decir, a las exigencias vitales del momento que vive el país.

El fatalismo de los que nada hacen no tiene que contagiarnos. Discutiendo entre nosotros para convertirnos cada uno en enemigo de todos como lo está haciendo un grupo muy pequeño de "máscaras sueltas" que cabrían en un fiat 600, es trabajar contra el destino común de los argentinos.

Mis amigos, en política se puede y se debe aspirar al ideal. Pero precisamente por ese mismo ideal y por tratar de alcanzarlo, debemos ser realistas y atenernos estrictamente a la realidad de los hechos, y esa realidad, esencialmente polimorfa y siempre cambiante, puede exigir variedad de procedimientos e imponer nuevos consensos sobre la marcha.

La semana que viene la seguimos.

Un fuerte abrazo, HUGO CESAR RENES

Publicado Por:Hugo Calzada
Un envío de : y Lucio Catano

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