viernes, 29 de octubre de 2010

ESPACIO CULTURAL, LITERARIO Y FILOSÓFICO ..Nro 013.


ESPACIO CULTURAL, LITERARIO Y FILOSÓFICO ..Nro  013.

1-LAS FEMINISTAS/2-FRASES DEL General Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano/3-SAMPAY/4-¿EMPEZAMOS A CREER?/ 5-SOBRE LA ACTUALIDAD EDUCATIVA ARGENTINA Y LA
ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS/6-ANTIHISPANISMO Y ANTICATOLICISMO


TÍTULOS:


1-LAS FEMINISTAS:
Envío y colaboración de: Martín de Goñi
 Publicado por Batallador en 19:
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2-FRASES DEL General Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.
Envío de:
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3-SAMPAY
Envío de:
Sampay: Padrino del constitucionalismo social.
Por Alberto Buela (*)
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4-¿EMPEZAMOS A CREER?
Por: HUGO CESAR RENES
 Envío del autor.
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5-SOBRE LA ACTUALIDAD EDUCATIVA ARGENTINA Y LA
ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS
Autores:Hugo A. Destéfanis1, Ricardo J. Sureda1 y Ricardo H. Omarini1
1 Universidad Nacional de Salta - CONICET
Envío de los autores.
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6-ANTIHISPANISMO Y ANTICATOLICISMO.
Autor: Diego Quiñones Estévez
Fuente:  Blog del autor
Enviado por: Jorge Dragone
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CONTENIDOS DE LOS TÍTULOS

1-LAS FEMINISTAS:
Envío y colaboración de: Martín de Goñi
 Publicado por Batallador en 19:

SÁBADO 23 DE OCTUBRE DE 2010
Las acciones de las feministas y las metas y tácticas de la revolución cultural .

Las acciones de las feministas y las tácticas de la Revolución Cultural  
Antecedentes: Mayo del 68: una explosión ideológica y temperamental para llevar las mentalidades a la anarquía
La virulencia del extremismo feminista (pro aborto y homosexualidad) que persigue y golpea impunemente a las católicas que intentan expresar sus convicciones en los debates, y con la misma impunidad cubre de blasfemias y obscenidades las calles y hasta la Catedral, lleva a intentar profundizar el origen y las metas de estos premeditados brotes de odio contestatario. Es ilustrativa su semejanza con los movimientos libertarios del mundo occidental.
Existe en el hombre moderno una tendencia, que aumenta a medida que se aleja de la civilización cristiana, hacia la utopía de un estilo de vida en que pueda dar rienda suelta a sus pasiones y librarse del deber, la coacción, el esfuerzo y el dolor.
Incontables transformaciones van en la línea de una existencia de placeres sin frenos. Tienden a modelar un tipo de hombre que abandone la razón y la voluntad y se entregue a la sensibilidad y los instintos. Comenzó con los adolescentes hipnotizados con el rock, y los modos de vestirse, de ser y de vivir que en los 60 se expresó en la revolución sexual en los campus universitarios estadounidenses, los beatles y el hippismo.
La revolución estudiantil de la Sorbona
En las barricadas estudiantiles de la Sorbona, al grito de prohibido prohibir estas tendencias irrumpieron violentamente en mayo de 1968. En medio del desorden, la promiscuidad sexual desenfrenada y la violencia, proclamaban la muerte del Estado y de la sociedad organizada, de la razón y la voluntad. Predicaban el nacimiento de una nueva era en que los instintos serían por fin “liberados” después de 2000 años de “esclavitud”.
Las teorías freudomarxistas (W. Reich, Marcuse) aliaban la revolución social a la sexual, apuntando a la familia jerárquica y monogámica como fuente de toda represión. Eran el sustento de la rebelión temperamental expresada en slogans como “ni Dios ni Señor”, “prohibido prohibir” y “más vale un fin infernal que un infierno sin fin”. Los complacientes medios le hicieron de caja de resonancia y la difundieron por el mundo.
En los 70, cuando se evidenciaba el fracaso del proselitismo comunista, teóricos marxistas como Touraine, Fougeyrollas y Gorz componen una innovadora visión revolucionaria. A diferencia de las revoluciones socialistas clásicas, se trataba de un movimiento de contestación que no se levantaba en nombre de la clase obrera ni de los partidos políticos, sino como la lucha de la sensibilidad libertaria de los jóvenes contra los mayores y todo su sistema de valores: una revolución cultural, de los modos de sentir, actuar y pensar, de las maneras de vivir; una revolución psicosexual (Fougeyrollas), tendiente a “emprender una especie de difusa y dispersa desintegración del sistema” (Marcuse).
Lo que se anunciaba en Mayo del 68 era el presagio del fin de una era histórica. Hoy se intenta destruir el sistema de valores de los argentinos y emprender “la desintegración del sistema”. Consignas como “Ni Dios, ni amo, ni patrón, ni marido”, “viva la anarkía”, “Iglesia=dictadura”, o “muerte a la Iglesia”(*) muestran a las claras a qué abismos pretenden llegar. Verlo de frente nos ayudará a defender la Argentina católica. Continuaremos.
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(*) cf. "Los graffiti del odio", video de las  pintadas feministas durante el Encuentro Nacional de Mujeres Autoconvocadas en Paraná - ver en youtube este impresionante documento y otros semejantes.
Publicado por Batallador en 19:

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2-FRASES DEL General Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.
Envío de:

Nadie me separara de los principios que adopté cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada, y como éste solo es mi objeto, no las glorias, no los honores, no los empleos, no los intereses, estoy cierto de que seré constante en seguirlos.

Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos.

No busco el concepto de nadie, sino el de mi propia conciencia, que al fin es con la que vivo en todos los instantes y no quiero que me remuerda.

  No busco glorias si no la unión de los americanos y la prosperidad de la patria.

  No es lo mismo vestir el uniforme militar, que serlo.

  No hallo medio entre salvar a la patria o morir con honor.

  Nuestros patriotas están revestidos de pasiones, y en particular, la de la venganza; es preciso contenerla y pedir a Dios que la destierre, porque de no, esto es de nunca acabar y jamás veremos la tranquilidad.

  Parece que la injusticia tiene en nosotros más abrigo que la justicia. Pero yo me río, y sigo mi camino.

  ¿Qué otra cosa son los individuos de un gobierno, que los agentes de negocios de la sociedad, para arreglarlos y dirigirlos del modo que conforme al interés público.

  Se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido.

  Este país, que al parecer no reflexiona ni tiene conocimientos económicos, será sin comercio un país desgraciado, esterilizando su felicidad y holgando su industria.

  La agricultura es la madre fecunda que proporciona todas las materias primeras que dan movimiento a las artes y al comercio.

  La vida es nada si la libertad se pierde.

  Lo que creyere justo lo he de hacer, sin consideraciones ni respetos a nadie.

  Los hombres no entran en razón mientras no padecen.

  Me glorío de no haber engañado jamás a ningún hombre y de haber procedido constantemente por el sendero de la razón y de la justicia, a pesar de haber conocido la ingratitud.

  Me hierve la sangre, al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria.

  Mis ideas no se apartan de la razón y justicia que concibo, ni jamás se han dirigido a formar partidos, ni seguirlos.

  Mis intenciones no son otras que el evitar la efusión de sangre entre hermanos.

  Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella.

  Nadie me separara de los principios que adopté cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada, y como éste solo es mi objeto, no las glorias, no los honores, no los empleos, no los intereses, estoy cierto de que seré constante en seguirlos.

  Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos.

  Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más que lo que desgraciadamente somos.

  Sirvo a la patria sin otro objeto que el de verla constituida, ése es el premio al que aspiro.

  Trabajé siempre para mi patria poniendo voluntad, no incertidumbre; método no desorden; disciplina, no caos; constancia no improvisación; firmeza, no blandura; magnanimidad, no condescendencia.

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3-SAMPAY
Envío de:

Sampay: Padrino del constitucionalismo social.

Por Alberto Buela (*)

Arturo Enrique Sampay (1911-1987) fue uno de los más destacados pensadores nacionales cuyo campo de estudio fue el jurídico político.

Se conocen como “pensadores nacionales” a todos aquellos hombres y mujeres que han colaborado con su trabajo intelectual, artístico y cultural a explicitar todos o algunos de los rasgos que constituyen el fenómeno de “lo nacional argentino y/o iberoamericano”.

La recuperación de la especificidad propia de “lo nacional” por parte de estos autores como objeto último y permanente de su actividad los ha llevado a algunos a la producción de denuncia, a la polémica económica, política, social, ideológica y a otros, a la investigación histórica, jurídica, teológica y filosófica. De modo tal que todos estos autores con metodologías diferentes según sea su ámbito de expresión y estudio, tienen en común por objeto propio la defensa de lo nacional, su recuperación y explicitación.

Su Vida.

Nació en Concordia, provincia de Entre Ríos en el año 1911, hijo de don Fernando Sampay y de una criolla vieja. Realizó sus estudios primarios en su ciudad natal y los secundarios en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay creado por el General Urquiza y denominado “el colegio histórico”. Su formación escolar fue completada por la influencia que ejerció su tío abuelo sacerdote, Carlos Sampay, tanto en el ámbito de las ciencias filosóficas como en el conocimiento de las lenguas muertas, latín y griego.

Terminado el secundario ingresó en la facultad de Ciencias Jurídicas de La Plata allá por 1930, finalizando su carrera de abogado en 1932. Para completar sus estudios viajó a Europa donde asistió a un curso de derecho público en Zurich a cargo de Dietrich Schindler, discípulo de Herman Heller. Luego en Milán tomó clases sobre filosofía del derecho con el renombrado Monseñor Olgiati así como un curso sobre los orígenes del capitalismo dictado por Amintore Fanfani. Por último en París asistió en la Sorbona a las disertaciones de Louis Le Fur sobre derecho natural y a las que daba en su domicilio el filósofo católico Jacques Maritain.

De regreso al país comenzó a ejercer su profesión de abogado y en 1944 se incorpora a la cátedra universitaria la que ejercerá en diversos períodos hasta su muerte.

El movimiento militar del 4 de junio de 1943 lo llamará a colaborar en la función pública y a partir del 17 de octubre de 1945, Arturo Sampay será uno de los tantos ciudadanos de extracción radical que se incorporará al peronismo. Se lo nombra fiscal de Estado de la provincia de Buenos Aires. En 1949 es elegido convencional constituyente, cumpliendo una destacadísima actuación en la Asamblea y transformándose en el miembro informante de la misma, que termina sancionando la Constitución nacional de 1949, también llamada Constitución de Perón.
En 1952 la intolerancia política de la interna del peronismo lo lleva a exiliarse en Montevideo donde continuó con su producción jurídico-política. Con la revolución libertadora, mejor denominada fusiladora, de 1955, no varió su condición y recién pudo regresar en 1958 donde prosiguió su tarea de investigaciones y publicaciones, entre las que se destaca la revista “Realidad Económica” a partir de 1968, que lo tuvo como fundador y director.

En 1973 saludó la vuelta del peronismo al poder y recuperó la cátedra universitaria como profesor de derecho constitucional, aunque no ocupó cargos oficiales durante el gobierno justicialista.
Enfermó mortalmente en 1976, según nos relató su hijo Enrique, y falleció el 1 de febrero de 1987 en La Plata, su ciudad adoptiva.

Su Obra

La obra de Arturo Sampay se caracteriza por ser una producción de carácter jurídico-política. De la multitud de artículos, folletos y libros se destacan tres obras principales: La crisis del estado de derecho liberal-burgués (1942); El informe de la comisión revisora de la Constitución (1949) y Introducción a la teoría del Estado (1951).

En su primera gran obra La crisis del estado de derecho liberal-burgués, Sampay enjuicia a liberalismo sosteniendo la tesis que “la democracia liberal, agnóstica y relativista, conduce fatalmente a la democracia cesarista”. En una palabra, la democracia liberal por el hecho de negar a Dios, la verdad y la persona, genera por reacción la democracia totalitaria, sea el nazismo sea el marxismo. El estado de derecho liberal-burgués que aparece, históricamente, con la Revolución Francesa se encuentra, según Sampay, en su última etapa hoy en día, y su agente es “el burgués” tan bien pintado por Sombart, que trastocó felicidad por bienestar (posesión de cosas y valores utilitarios) por valores vitales y espirituales.

El Estado para Sampay no es un hecho natural según sostienen la teorías naturalistas sino es que es concebido como un ente de cultura, que como tal es inseparable de la cosmovisión del pueblo de donde surge. Esta vinculación entre cosmovisión y Estado lo ubica a Sampay en la tradición de pensamiento político que va de Donoso Cortés a Carl Schmitt, que sostiene que los Estados no pueden ser entes neutros como los estados modernos que son inmanentistas, que carecen de una visión trascendente porque representan teologías secularizadas.
Termina la obra estudiando las nuevas formas de Estado que se venían dando en su época: el Estado fascista, el nacional-socialista, el soviético y los Estados corporativos portugués e irlandés. Y es en esta última forma donde Sampay observa un sano esfuerzo por superar el estado de derecho liberal-burgués “sin recurrir a la absorción de la persona humana por parte de entidades colectivas hipostasiadas ”.

En su segunda gran obra Informe de la comisión revisora de la Constitución, nuestro autor expone en lenguaje llano la medulares meditaciones expuestas con anterioridad en sus densos artículos La doctrina tomista de la función social de la propiedad en la Constitución irlandesa de 1937 de 1940 y La filosofía del Iluminismo y la Constitución Argentina de 1853 de 1943.

En su Informe , Sampay distingue claramente entre la parte dogmática – donde se sientan los fines a lograr – y la parte orgánica – que fija los mecanismo del poder político- de la Constitución.

Denuncia la antropología liberal que informa la Constitución de 1853. Rescata los derechos sociales del pueblo trabajador, la función social de la propiedad, la dirección de la economía en función del bien común, el principio de reciprocidad de los cambios, la familia como sociedad primaria e indisoluble, los derechos de la ancianidad, los principios de la reforma agraria, la ilegitimidad moral de la actividad usuraria, la nacionalización de las fuentes de energía como bienes públicos que no se pueden enajenar a particulares para su explotación, la formación política del universitario, la educación del niño en la práctica de las virtudes personales, domésticas, profesionales y cívicas.

Como puede apreciarse todo un programa de gobierno en orden a construir en la Argentina una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana, tal como lo planteará el General Perón en su proyecto político, expresado en el texto de La Comunidad Organizada (1949) como en el Modelo Argentino (1974).

Tenemos por último su principal obra científica: "Introducción a la teoría del Estado", que comenzó a elaborar en 1947 y terminó y fue publicada en 1951. En ella, nuestro autor, brilla con todo su esplendor, su admirable erudición humanista le permite transitar con igual comodidad a los filósofos alemanes del siglo XIX como a los clásicos griegos y latinos de la antigüedad.

En cuanto a su contenido el trabajo se inscribe dentro de la gran tradición que parte de Aristóteles, continua con Santo Tomás de Aquino y descolló en el siglo XX con filósofos del derecho como Georg Jellinek, Hermann Heller y Carl Schmitt.

Somete a crítica las teorías idealistas del Estado en la línea que va de Kant a Kelsen y se vuelve a la descripción del Estado descarnada del realismo de Maquiavelo pero para completarlo y superarlo buscando los fundamentos metafísicos y gnoseológicos realismo tomista.

Su teísmo metafísico y la aceptación de un orden moral objetivo, su naturalismo político (hacemos política no por contrato social sino por tendencia natural), su nacionalismo político y económico como único medio para liberar a la nación de su dependencia extranjera y su confianza en el juicio del pueblo (su popularismo y no populismo) como sujeto del poder constituyente de la Nación, han hecho que pueda definirse a Arturo Sampay como el padrino del constitucionalismo social.

Finalmente en 1973 publicó un último trabajo "Constitución y Pueblo" en donde recopiló toda una serie de artículos que venía escribiendo, la radicalización de alguno de ellos motivó las preferencias de sectores juveniles de la izquierda socialista más que peronista, que tiño en alguna medida, la actitud política coyuntural de nuestro autor durante los últimos años de su existencia.

Post Scriptum: En la voluminosa "Historia de la filosofía argentina", de apretada letra chica de 1466 páginas, el profesor Alberto Caturelli nos ha hecho el honor de ubicarnos en la línea de pensamiento que nace con Sampay, pasando por Irazusta hasta nosotros.

(*) CEES ("Centro de Estudios Estratégicos Suramericanos").



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4-¿EMPEZAMOS A CREER?
Por: HUGO CESAR RENES

 Envío del autor.

La educación de los sentimientos y la cultura sirve de freno a la juventud, de consuelo a los ancianos, de riqueza a los pobres y de ornato a los ricos.

 Es que el saber es la parte más considerable de la felicidad porque si bien la sabiduría no da toda la felicidad que uno puede desear, constituye el más poderoso auxiliar de la dicha, porque nos hace MÁS TOLERANTES Y MÁS JUICIOSOS.

 Es la sapiencia la que muestra a los jóvenes las malas consecuencias de los actos injustos o perversos; consuela a los ancianos a través del entretenimiento que les procura; hace olvidar a los pobres sus miserias y da a los ricos consideración y respeto.

 Cuanto más se ilustra y se educa un hombre, más se aparta de las bestias, pues aprende a dominar sus pasiones y a dirigir su voluntad, haciéndolo más razonable. NO SE ENCOLERIZA FÁCILMENTE Y TOLERA LOS ERRORES AJENOS.

 ¿Sabe lo que les está faltando al crisol de soberbios/as que nos gobiernan?; acertó, SA-BI-DU-RÍA, CO-NO-CI-MIEN-TO y E-DU-CA-CIÓN!!!

 En los actuales momentos, tres generaciones de argentinos desheredados notan que una llama súbita comienza a iluminar sus rostros. Los ojos más fríos empiezan a  avivarse, las mejillas más lívidas se animan, los labios más secos se entreabren…, porque están viendo surgir las áureas enramadas de la esperanza, la dicha, y el aliento. Comienzan a entrever que las soluciones a casi todos sus problemas comenzarán a aparecer después de las elecciones del año que viene, hasta tanto, agua y ajo (aguantarse y a joderse porque muchos, engañados o no, los han votado no una sino dos veces!!!).

 En azul y blanco, HUGO CESAR RENES

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5-SOBRE LA ACTUALIDAD EDUCATIVA ARGENTINA Y LA
ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS
Autores:Hugo A. Destéfanis1, Ricardo J. Sureda1 y Ricardo H. Omarini1
1 Universidad Nacional de Salta - CONICET
Envío de los autores.
En el último cuarto de siglo la decadencia de la educación pública argentina se ha convertido en un peligroso tobogán que compromete seriamente el futuro de los argentinos. Evaluados con una mirada retrospectiva, los cambios introducidos a partir del II Congreso Pedagógico Nacional (1984-1988) han vulnerado el eficiente desempeño previo del magisterio normal nacional que, en términos comparativos con la penosa situación actual, logró alcanzar metas de alta calidad y extensión que fueron admiradas y estudiadas en otras latitudes. Es notorio que la regresión padecida no se compadece con las intenciones declamadas inicialmente (Alfonsín 1984).
La persistencia en el tiempo, tanto de los funcionarios planificadores y ejecutivos de las políticas instrumentadas en los niveles primario y secundario, como la de los actores políticos que impulsaron con tenacidad los cambios programáticos implícitos y la normativa funcional del sistema, condiciona hoy dramáticamente el ingreso universitario y la enseñanza correcta de las ciencias, en especial las Ciencias Naturales y la Geología (Destéfanis y Sureda 2003, 2004).
La dispersión de recursos humanos y materiales acompaña una sobreoferta creciente en servicios universitarios de baja calidad. Sobran ochenta universidades en el país atendiendo a nuestra demografía documentada con el último Censo Nacional de Población y Vivienda 2001. Hace cuatro décadas se duplicaron las universidades por consejo del CONASE y por pretendidas razones de seguridad, sin ningún estudio académico sobre la factibilidad, conveniencia o el impacto de la medida. Algo más tarde y con idéntica falta de recaudos, la clase política repartió universidades nacionales mediante la excusa fácil de “ampliar la democracia”. Estas acciones irreflexivas sólo sembraron miseria y decadencia en la educación superior argentina. Casi todos los años se crean nuevas universidades y el Congreso Nacional no cerró ni una en toda su historia, sin importarle la precariedad extrema, los escándalos internos o su falta casi absoluta de respaldo académico.
Cuando la prensa informa que sostenemos universidades con bastante menos de 5000 alumnos, se sabe que es muy caro. Recomendaciones internacionales para la enseñanza superior sugieren una universidad cada dos millones de habitantes pues de esta manera se matriculan espontáneamente en su “campus” entre 30.000 a 50.000 estudiantes. Otro indicador del óptimo del dinero invertido en atender servicios universitarios muestra un diagrama cartesiano con el porcentual del óptimo de la inversión en la ordenada y el número de estudiantes en la abscisa. La curva tiene su máximo hacia los 40.000 alumnos. A la derecha y a la izquierda del óptimo se incrementan los costos relativos (fig. 1). Tal vez resulte más onerosa la UBA con sus 314.000 estudiantes al año 2009 que aquellas muy pequeñas e igualmente inviables, por carecer de la masa crítica adecuada. Los franceses dividieron su legendaria Sorbonne, ya hace ya más de 40 años, en siete universidades para albergar los 200.000 estudiantes del Gran París. Los países sensatos cuidan mejor sus recursos y sus instituciones. Si el censo 2001 nos dice que somos 36.000.000 argentinos, es bastante obvio que distribuyendo 18 universidades en el territorio nacional cubriríamos adecuadamente nuestras necesidades de brindar educación superior de buena calidad. Aquí nos urge dividir la macrocefálica realidad de la UBA en seis u ocho universidades, quedando diez o doce para el resto de la geografía argentina. Al pensar que, como la UNAM en México, la UBA es un corolario inevitable de las grandes megalópolis, esto sólo deviene en un pobre e irreal consuelo (Oppenheimer 2005). Es conveniente modificar el sistema universitario pues, con todas las distorsiones acumuladas, es demasiado gravoso e ineficaz y lo será aún más en el futuro. El desorden del sistema universitario argentino no es nuevo y va en aumento. Hoy se potencia tras la derogación de la Ley 1420 Avellaneda-Sarmiento y el colapso de la escuela pública elemental.
En veinte años, profesionales de las “Ciencias de la Educación” desacreditaron el magisterio normal nacional trocando la educación pública argentina y las aulas escolares, en un “espacio lúdico para la contención infantil”, donde nuestros niños pierden años valiosos para obtener, a los 17 años promedio, un devaluado título secundario en calidad de semianalfabetos y con la pretensión de acceder al sistema universitario para seguir contenidos y titulados. Arriban al ingreso sin lectura comprensiva, sin redacción autónoma, sin dominar las cuatro operaciones aritméticas elementales y con una cosmovisión inferior (desenvolvimiento, geografía, historia, ciencias) a la que, cuarenta años antes, alcanzaron sus padres con su simple certificado primario de sexto grado (Puiggrós 1981, 1997, 2008). El declive tiene lugar en todas las jurisdicciones y emerge en las evaluaciones internacionales más importantes, donde nuestro país pierde posiciones año tras año (véase las pruebas PISA, de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE) y las del Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Serce), destinado a medir los aprendizajes de los estudiantes de América latina y el Caribe). A nuestros jóvenes el facilismo, aceptado y promovido en las aulas preuniversitarias, les condiciona en grado sumo su capacidad y sus opciones para acceder a las carreras científicas. Las estadísticas son elocuentes y nos llegan desde todo el sistema, ilustrando una titulación muy asimétrica. Por cada doscientos títulos en pedagogía, sociología, psicología, abogacía y humanidades, se recibe un ingeniero (biólogo, geólogo, matemático, físico o químico). El retorno a la cultura del mérito se impone para salvarnos de un futuro fatal. Es necesario cerrar el grifo de las falsas profesiones y las 'pseudociencias' que están inundando el país de titulaciones muy poco útiles (Murature 1992, Mignone 1998).
La presión de las autoridades por disimular esta situación, sin corregir el desempeño de la mala formación pre-universitaria, se trasladó hacia las carreras científicas a través de dos mecanismos de control indirecto: el programa universitario de incentivos a la investigación; y el programa de acreditación de carreras consideradas de interés público, con el eufemismo de velar por su ejercicio profesional a distancia. Se ha reglamentado los planes de estudios con un detalle de contenidos, carga horaria, estándares de acreditación y actividades profesionales reservadas, que avasalla la autonomía universitaria y la libertad académica de sus profesores. El texto normativo supera el espíritu de la Ley, situación que no registra antecedente en gobiernos constitucionales. A la fecha se aplica en Medicina, Ingeniería y Geología. Los cambios impuestos en Ingeniería (2001) han resultado negativos para la óptima enseñanza-aprendizaje tras una adecuada formación  profesional y es posible advertir la intención del cambio: suavizar las ominosas estadísticas de ciertos ingresos a la Universidad con más facilidades por afuera del esfuerzo y del estudio. En el palacio Pizzurno y en los ministerios de educación provinciales se debería excluir todo potencial funcionario que exhiba aquellos títulos humanistas a que están acostumbrados para practicar el facilismo contumaz en boga. Cabe designar matemáticos, físicos, químicos, ingenieros y naturalistas, gente formada para dirigir, entusiasmar y educar a la juventud mediante arquetipos adecuados. Se necesita un profundo cambio político. Rigor, contenidos útiles, responsabilidad y compromiso serán obligadamente los parámetros del cambio educativo en la Argentina tras un futuro mejor.
REFERENCIAS
Alfonsín, R.R. 1984. Discurso presidencial en la inauguración del Segundo Congreso Pedagógico Nacional, 1-14. Buenos Aires.
De Massi O.A., 2007. Las maestras norteamericanas que trajo Sarmiento: Jennie Howard, Sara Eccleston, Minnie Ridley y Francis Bessler. "Mujeres fuertes", Revista, Año 1 (6):16-18. Buenos Aires.
Destéfanis, H.A. y Sureda, R.J., 2003. Las ciencias de la educación en Argentina y la decadencia educativa de las últimas décadas. Primer Encuentro Regional. El desafío profesional en el campo de las Ciencias de la Educación. Salta.
Destéfanis H.A. y Sureda, R.J., 2004. La Universidad en la Argentina. Un declive anunciado en la decadencia general. Historia, diagnóstico y propuestas. IV Encuentro Nacional y I Latinoamericano. La Universidad como Objeto de Investigación. CD (I):1-16. SM de Tucumán.
Fernández Lamarra, N., 2003. La educación superior argentina en debate. Situación, problemas y perspectivas. EUDEBA. Buenos Aires.
Kisilevsky, M., 2000. Indicadores universitarios. Tendencias y experiencias internacionales. EUDEBA. Buenos Aires.
Krotsch, P., 2002. La universidad cautiva. Legados, marcas y horizontes. Ediciones al Margen. La Plata.
Mignone, E., 1998. Política y Universidad. El Estado Legislador. IDEAS, Lugar Editorial. Buenos Aires.
Murature, F., 1992. Universidad argentina ¿habrá un mañana?. Ciencia Hoy, Vol. 3, Nº 17. Buenos Aires.
Oppenheimer, A., 2005. Cuentos chinos. La mentira populista y la esperanza de América Latina. Ed. Sudamericana, 439 pag. Buenos Aires.
Pérez Lindo, A., 2003. Universidad, conocimiento y reconstrucción nacional. Editorial Biblos. Buenos Aires.
Puiggrós A., (Ed.). 1981-1997. Historia de la Educación en Argentina., Galerna S.R.L., Tomos I - VIII. Buenos Aires.
Puiggrós A., 1997. La otra reforma. Desde la educación menemista al fin de siglo. Galerna S.R.L. Buenos Aires.
Puiggrós A., 1997-2008. Que pasó en la educación argentina. Galerna S.R.L - Paidos. Buenos Aires.
Rotunno, C., y Díaz de Guijarro, E., 2003. La construcción de lo posible. La Universidad de Buenos Aires de 1955 a 1966. Libros del Zorzal.
Sanguinetti, H., 2003. Hay que tener el coraje de derogar la Ley Federal de Educación. ABOGADOS, Revista. Buenos Aires.
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6-ANTIHISPANISMO Y ANTICATOLICISMO.
Autor: Diego Quiñones Estévez
Fuente:  Blog del autor
Enviado por: Jorge Dragone

En Hispanoamérica, con nuestras entrañables naciones hermanas de sangre y cultura, de lengua española y portuguesa y de Religión Católica, está sucediendo lo ya acontecido allá por el siglo XVIII, cuando las ideas de la Ilustración, del despotismo ilustrado, las ideas de la Revolución francesa, fueron exportadas por los españoles de tendencias ilustradas y masónicas, enemigos de las instituciones históricas de la América española, como la Monarquía y la Iglesia Católica.

El antihispanismo y el anticatolicismo, fructificaron con las sangrientas guerras civiles de las revoluciones liberales cuyo ejemplo fue el idolatrado, y masón en su juventud, el venezolano Simón Bolivar (1783-1830), que admiraba a la Francia de la Revolución Francesa y a la Inglaterra de la Revolución Industrial. Ya antes, en el siglo XVIII, las ideas ilustradas de los librepensadores habían preparado el camino con la expulsión de las misiones de la Compañía de Jesús en tiempos del despotismo ilustrado del rey borbón Carlos III. Sus ministros masones y volterianos, lanzaron por España e Hispanoamérica, la mentira liberal-masónica de que los hombres salvajes son superiores a los de las grandes civilizaciones como el Cristianismo: es el mito del buen salvaje del filósofo enciclopedista Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) que ha ido contaminando a las democracias occidentales, utilizado contra ellas por las dictaduras socialistas y comunistas. En su obra el “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres” (1755), Rousseau defiende que el hombre en estado natural es superior al hombre deformado por la cultura, el progreso, la Religión y las instituciones históricas que han contribuido a la Civilización. El mito del buen salvaje sólo fue un pretexto para dominarlo ya que el progreso de la razón ilustrada material cuando cae en manos del liberalismo, del socialismo y del comunismo lo esclaviza y explota, o bien, lo hace desaparecer para siempre. La Historia nos lo ha corroborado: en la América española, la cultura, las lenguas de los pueblos indígenas se han mantenido porque el Catolicismo no permitió la esclavitud ni la explotación de sus recursos naturales. La Evangelización les abrió los ojos a la dimensión universal de la Historia de la Salvación de Cristo, los dignificó como personas humanas e hijos de Dios y de la Iglesia. En cambio, el destino de las comunidades indígenas de América del Norte, que cayeron en el radio de acción del economicismo y del Protestantismo anglosajón, fue la extinción.

La Evangelización, y la Hispanidad de ella nacida, fueron abortadas porque llevaron y siguen llevando a los pueblos indígenas de América, la libertad, el desarrollo basado en equilibrio espiritual y natural y en la consideración de ser hijos de Dios con una misión universal de salvación eterna. La Iglesia Católica , desde la Evangelización en el siglo XVI, defendió los derechos humanos de las personas de un Nuevo Continente. Las Leyes de India y el Derecho de Gentes o Internacional del Padre Francisco de Vitoria (1492-1546) y de Francisco Suárez (1548-1617) así como de otros juristas y teólogos españoles, cumplieron con el mandato de Cristo de llevar el Evangelio sin imponerlos por la fuerza sino por el convencimiento de la razón para aceptar la fe en Dios y en su Iglesia. La defensa de la dignidad de los pueblos indígenas se mantuvo siempre como el primer principio moral y legislativo como lo ratifican las cartas de nobleza de los Reyes Católicos, la Bula de Alejandro VI de 1493, y luego todas las instrucciones que dan los reyes posteriores en multitud de cédulas y ordenanzas para que las cumplieran, con todas sus consecuencias, los virreyes y encomenderos.

No resulta extraño, por tanto, que en algunas naciones de Hispanoamérica, en estos inicios del siglo XXI, se sigan cometiendo los mismos atropellos contra los ciudadanos a los que se debe gobernar desde la máxima consideración a su multisecular creencia católica y la de sus culturas precolombinas que fueron respetadas por la cultura recibida de la civilización cristiana a través de las lenguas española y portuguesa.

Los políticos de Hispanoamérica, siguen con el mismo empeño heredado de la Ilustración, del liberalismo ateo, agnóstico y economicista, así como del marxismo y del socialismo populistas e indigenistas, que tantísimo daño han hecho a las naciones hispánicas, sobre todo en los siglos XIX y XX. Quieren que los pueblos de Hispanoamérica, sean despojados de su creencia en Dios y más en concreto de su creencia secular en la Iglesia Católica. La Iglesia es santa porque Cristo, su fundador es santo, pero también es pecadora ya que ha cometido equivocaciones que siempre ha reconocido y pedido perdón, pero que si ha seguido en pié, y lo seguirá por los siglos de los siglos, es porque ha mantenido vivo el Evangelio de forma prioritaria con los más pobres y necesitados. Sus enemigos históricos conocen perfectamente esto: el liberalismo, la masonería, el socialismo, el comunismo, el marxismo, el capitalismo, el colectivismo, el relativismo, las herejías, las sectas viejas y nuevas, el populismo y el indigenismo que son manipulados por las ideologías, saben que desarraigar a los hispanoamericanos de sus raíces históricas y espirituales, es alcanzar el dominio sobre sus vidas y conciencias. Las explotaciones de toda índole que han sufrido a lo largo de la Historia, tienen unos culpables que son las ideologías que buscan dominarlos, por mucho que proclamen, la libertad, la igualdad, la fraternidad, la solidaridad interesada, los derechos humanos, la propiedad privada o colectivista.

Estas ideologías de dominio totalitario, sean neoliberales y neomarxistas, llevan en sus programas políticos el antihispanismo y el anticatolicismo. Muchos serían los ejemplos actuales, pero basta con ahondar un poco para constatar la persecución  contra la presencia de la Religión Católica en la vida pública de Hispanoamérica. Al igual que en nuestra madre Patria España, el laicismo radical tanto en manos del neoliberalismo y, como ahora, del neomarxismo socialista y laicista, quieren excluir la presencia en la participación democrática de los católicos en la vida pública. Se aprueban leyes contra la familia, como aquellas que la equiparan con uniones de diversas tendencias sexuales o el divorcio exprés; leyes contra la vida, como el aborto libre; leyes de manipulación genética que atentan contra el derecho a la vida del embrión; leyes educativas laicistas, ateas, enemigas del pluralismo cultural y del derecho de los padres a elegir la educación moral y religiosa según sus convicciones religiosas o filosóficas.

Con estos dirigentes antihispanoamericanos, ávidos de llegar y mantenerse en el poder, engañando a sus compatriotas, lo mejor que podrían hacer es que lo abandonen para el bien común de todos, o bien que  cambien de actitud, porque si perseveran en la misma, históricamente se demuestra que se equivocan y perjudican a todos.

En América española, pues, las revoluciones tanto liberales como marxistas, siempre han tenido dos objetivos prioritarios[1]: a) persecución de los intereses comerciales y empresariales de los españoles; b) la persecución de la Iglesia Católica y de las órdenes religiosas que encarnan la presencia histórica del Catolicismo en América.

Si en la América española, hubiera políticos con sentido del Estado de Derecho y de la democracia participativa, ya se habrían percatado de que las instituciones históricas como la Iglesia Católica , siempre han ayudado y contribuido al bien común, al desarrollo de los pueblos hispánicos. Su labor humanitaria, religiosa, social y cultural a lo largo y ancho de la Historia, raramente ha sido reconocida por los responsables políticos, más bien ha sido perseguida, marginada o manipulada.

El antihispanismo provocado sobre todo por los españoles ávidos de poder y enemigos de su Patria, se acentúa a partir del Desastre de 1898, cuando España pierde las últimas colonias de Cuba y Filipinas que supuso un trágico golpe para los españoles. El fin del Imperio Español, es el fin de la presencia política y cultural de España en Hispanoamérica, ante una nueva potencia mundial emergente: Estados Unidos. La guerra contra Estados Unidos, descubría el viejo conflicto[2] entre España o la Hispanidad y los pueblos anglosajones, entre la Iglesia de Cristo, la Iglesia Católica , y el cisma del Protestantismo.

Dos figuras clave en el siglo XIX en la independencia de la América española, confirman el antihispanismo y el anticatolicismo: el libertador Simón Bolivar y el argentino Faustino Domingo Sarmiento (1811-1888). El primero, se percató del peligro que representaba la secta de la masonería para lograr sus ideales de independencia ya que los intereses filantrópico-financieros y políticos, tenían como objetivo la eliminación del Cristianismo Católico del cual ha tomado unos principios y valores pero a los que seculariza y relativiza, quitándoles su sentido transcendente y eclesial. Simón Bolivar renuncia a la masonería porque era consciente de que el Catolicismo estaba muy arraigado y asimilado de forma natural por la inmensa mayoría de los pueblos de Hispanoamérica. Lo acepta para evitar que su proyecto liberal de independencia de las naciones de la América española, no naufrague. Sin embargo, sí que mantuvo vivo el antihispanismo político y el antiespañolismo ya que rechaza las instituciones del Imperio Español porque eran un estorbo para alcanzar sus fines políticos.

Simón Bolivar, no cayó en el radicalismo independentista antihispánico, anticatólico y antiespañol del argentino Faustino Domingo Sarmiento. Éste fue también un político masón, pero sobre todo un pedagogo político[3] que introdujo en Hispanoamérica, el laicismo ilustrado copiado de la Europa laicista y jacobina, y por tanto, el concepto luego enarbolado por el marxismo, el nacionalsocialismo y el fascismo, de la enseñanza laica, única, pública, obligatoria e igualitarista. Además de ello repudiaba el mestizaje indígena y a los propios indios a los que aspiraba hacer desaparecer con la inmigración europea no hispana y de modo especial con la economía y la moral pragmática del Protestantismo anglosajón al que consideraba superior al Catolicismo.

El antihispanismo y el anticatolicismo lo vuelven a reactivar en el siglo XX, aquellos intelectuales, escritores y políticos que se formaron en Francia o en Hispanoamérica bajo la influencia de movimientos culturales como el Modernismo que es el culto a la belleza sonora y sugestiva del lenguaje, al relativismo y eclecticismo religioso y cultural, al ocultismo, al inmanentismo, a la mitología grecolatina, al indigenismo y exotismo como evasión del mundo, al erotismo sacrílego y autodestructivo[4]. El Santo Padre Pío X en el Decreto Lamentabili(1907) y en la Encíclica Pascendi (1907), descubre el fundamento del Modernismo religioso[5]: es una herejía ya que propugna el inmanentismo o el subjetivismo relativista de las circunstancias culturales que se caracteriza por una distorsión de las nociones de Religión, Revelación, Verdad y de otros dogmas de fe del Cristianismo. Con una visión crítica y cientificista de la Historia de la Religión, considera que la Verdad y Dios sólo se alcanzan por la experiencia interior del subjetivismo vital, afectivo y agnóstico, sin necesidad de la razón, la fe y la vivencia de todas las dimensiones del Evangelio y de la Iglesia de Cristo. El posmodernismo del siglo XXI, va por estos derroteros ecléctico-relativistas que los ha heredado la secta multifuncional de la Nueva Era y sus difusores de la ignorancia religiosa e histórica que es El Código da Vinci de Dan Brown.

El difusor del Modernismo literario en Hispanoamérica y España, fue el gran poeta nicaragüense, Rubén Darío (1867-1916) cuya trayectoria poética y biográfica oscila entre el antihispanismo y una nueva fobia: el antinorteamericanismo. Él mismo, en su antihispanismo, llegó a exaltar en el poema de 1906 “Salutación del águila”, el nuevo poder del águila imperial norteamericana y ponerlo como el camino que deberían seguir los pueblos de Hispanoamérica, olvidándose de sus raíces hispánicas:   

“Bien vengas, mágica Águila de alas enormes y fuertes,

a extender sobre el Sur tu gran sombra continental,

a traer en tus garras, anilladas de rojos brillantes,

una palma de gloria, del color de la inmensa esperanza,

y en tu pico la oliva de una vasta y fecunda paz”.

(El canto errante). [6]

Hispanoamérica ha sido víctima propiciatoria del neoliberalismo capitalista y del marxismo, populista e indigenista. Sus políticos, han adorado al poder del dólar en las garras del águila o el poder del puño populista que se aferra a la dictadura proletaria de la hoz y del martillo. Rubén Darío, se pasa a la moda del antinorteamericanismo cuando en su poema de 1904 “A Roosevelt”, nos pone en aviso sobre los poderes que han amenazado a la identidad hispana de América, y que, antes como ahora, quieren arrancarle la creencia en Dios y en la Iglesia:

“Tened cuidado. ¡Vive la América española!

Hay mil cachorros sueltos del León Español.

Se necesitaría, Roosevelt, ser, por Dios mismo,

el Riflero terrible y el fuerte Cazador,

para poder tenernos en vuestras férreas garras.

Y, pues contáis con todo, falta una cosa; ¡Dios!”

(Cantos de vida y Esperanza, Los cisnes y otros poemas)[7].

 

Por Hispanoamérica, al igual que por España, vuelan las águilas y los buitres carroñeros del socialismo laicista, y del neoliberalismo explotador y ateo. En sus garras y picos de de la intolerancia, sobrevuela el peligro de apoderarse y destruir la Hispanidad, que es el ser espiritual, moral y político que la engrandece, pero que sus responsables políticos niegan a sus pueblos. Las interrogantes de Rubén Darío en el poema “Los cisnes”, aún siguen vigentes como una advertencia y una llamada a reconsiderar el presente y el futuro de Hispanoamérica:

“¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?

¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?

¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?

¿Callaremos ahora para llorar después?”

(Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y otros poemas)[8].

 

Esta esquizofrenia por parte de los intelectuales, escritores y políticos de Hispanoamérica, se continúa en el siglo XX con escritores de extraordinario quehacer literario como los novelistas Mario Vargas Llosa (1936) y Gabriel García Márquez (1927). El  novelista peruano, se sumó al marxismo en su época juvenil, pero al comprobar los crímenes totalitarios de la Revolución cubana de Fidel Castro, se pasó al polo opuesto, al neoliberalismo anticatólico, y ahora al final de su vida, en España, se ha colocado al lado de los intereses políticos y mediático-culturales del laicismo radical socialista, de igual tinte anticristiano: y todo por el dinero, la fama, los honores y el ansia de un Premio Nobel de Literatura, que bien merece, pero que con esa trayectoria, se vislumbra como inalcanzable. Al menos el Premio Nobel de Literatura en 1982, el colombiano Gabriel García Márquez, se ha mantenido firme en su admiración por la dictadura castrista y por el marxismo. Frente a ellos, es de justicia reconocer, que ha habido y hay escritores de igual talla literaria que han reconocido el indiscutible legado histórico cultural y religioso, la irrefutable preocupación por los más pobres y necesitados, que la Iglesia Católica ha desempeñado en Hispanoamérica. El ejemplo es el del no creyente y mexicano, también Premio Nobel de Literatura en 1990, el poeta y ensayista, Octavio Paz (1914-1998).

En el siglo XX, la América española se ha visto invadida por la ideología marxista, asolando a sus naciones con guerras civiles con el pretexto de las revoluciones violentas de la lucha de clase, de las revoluciones bolcheviques del campesinado y los trabajadores, explotados por el imperialismo de Estado Unidos, según la propaganda socialista, encarnación del liberalismo capitalista salvaje. La América española, se vio sometida a una lucha por el poder mundial entre el Imperio Soviético comunista y el Imperio Norteamericano. Y una vez más, las revoluciones neosocialistas y neocomunistas así como las revoluciones neoliberales del capitalismo, utilizaron el antihispanismo y el anticatolicismo. De ellas nacieron dictaduras militares comunistas y socialistas, dictaduras y dictablandas capitalistas, que practicaron el terrorismo de estado, el terrorismo paramilitar y del narcotráfico. Las dictaduras del terrorismo de estado sumieron a los hispanoamericanos en  guerras civiles y entre naciones, asolándolos y hundiéndolos en la pobreza, la miseria, el hambre, la ruina social y económica del subdesarrollo.

Las dictaduras socialistas fueron antiespañolas y anticatólicas. Ellas llegaron a falsificar el Evangelio de Cristo y de la Iglesia, disfrazándolo con los postulados revolucionarios marxistas de la herética teología de la liberación. Cuando el marxismo es incapaz de arrancar de la realidad de los pueblos la Religión, la utiliza y distorsiona según las circunstancias históricas.
Las dictaduras neoliberales también fueron antiespañolas y anticatólicas. De igual modo, utilizaron la Religión Católica como un instrumento de poder sociopolítico. Las sectas de origen anglosajón, nacidas de las numerosas iglesias del Protestantismo en Estados Unidos, han sido la avanzadilla del relativismo religioso con la que el neoliberalismo salvaje trata de combatir las raíces cristianas católicas de los pueblos hispánicos. Siguen la misma trayectoria histórica que les ha marcado la secta de la masonería.

Hispanoamérica, en este siglo XXI, continúa cometiendo los mismos errores históricos, y hasta que sus dirigentes políticos, no cambien, la veremos sufriendo los traumas políticos, sociales, económicos y culturales de siempre.

Así ha sido el siglo XX y así hemos entrado en el siglo XXI, el antihispanismo junto al anticatolicismo, han sido utilizados por el antinorteamericanismo y por el antimarxismo de las  revoluciones bananeras. O viceversa, el antihispanismo junto al anticatolicismo, han sido utilizados por el neoliberalismo norteamericano o por el neomarxismo revolucionario, populista e indigenista. Hispanoamérica, en el siglo XXI, sigue con estas esquizofrenias del poder político, contracultural y económico.

A pesar de tanto antihispanismo y anticatolicismo ideológico, en España como en Hispanoamérica, la Iglesia Católica siempre estará dispuesta a colaborar con los poderes mundanos que piensen en el bien común de las personas y no en sus intereses. Entre todos los hispanoamericanos, podemos hacer un mundo más justo y fraterno, y para ello son imprescindibles la buena armonía entre el poder político-temporal y el poder humano y espiritual de la Iglesia Católica.



[1] Maeztu, Ramiro de, Defensa de la Hispanidad, Biblioteca Homo Legens, Madrid, 2006, págs. 99-102.

[2] Ibídem, pág.126.

[3] Bravo, Héctor Félix; “Domingo Faustino Sarmiento”, en www.ibe.unesco.org/publications/ThinkersPdf/sarmientos.PDF

[4] Estébanez Calderón, Demetrio,”Modernismo,  Diccionario de términos literarios, Edit. Alianza, Madrid 1996, págs, 685-688.

[5] Janse, T., Crf., “Modernismo”, en Revista Mercabá,  www.mercaba.org /

[6] Rubén Darío, Poesía, Edit.,RBA, Clásico del Siglo XX, Barcelona, 1987, págs, 164-5.

[7] Ibídem, págs 102-109.

[8] Ibídem, pásg 104-115.

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